Diario de un encierro. Día XXX





¿Sueño o pesadilla?

Llevamos treinta días haciendo de gregario, de jugador número doce, aplaudiendo a los titulares puntualmente, creyendo, porque no queda otra, las palabras del entrenador, sus arengas para continuar y afrontar un nuevo partido decisivo cada semana. Hemos renunciado a ver a muchos familiares y amigos, alguno de los cuales ha podido fallecer en estos días, o padecer en soledad mientras nosotros desempeñábamos nuestra tarea confiando en el scouting de los entrenadores ayudantes, aunque esta vez se tratara no tanto de contrarrestar sus amenazas como de copiar sus virtudes y no repetir sus defectos.



Se nos paga, y mantiene unidos, con la promesa de un presente menos negro y una victoria en mayo, o junio, en la Final Four. Aceptamos que peor no lo podíamos hacer y que tocaba esto, ocupar el banquillo, ser obedientes, hacerlo todo como es debido. La finta de tiro hasta la barbilla, la impulsión del balón en el cambio de ritmo desde el bolsillo, el robo con la mano natural. Muy pocos lo hacen por el entrenador, aunque lo eligieran para el puesto y hablaran a otros compañeros de sus virtudes. La mayoría lo hace porque tiene miedo de su poder coercitivo y, por supuesto, de la amenaza que supone el rival, que va camino de batir todos los registros, desgraciadamente.

Nadie ha venido a hablar con nosotros, ni el preparador físico ni el fisioterapeuta. No sabemos si seguiremos en el club y si nuestro agente sigue vivo o está salvando su culo primero. Entendemos los ERTE como una solución provisional, las rescisiones de contrato como una solución posible ya que no podemos hacer nuestro trabajo. Nuestros jefes directos, federaciones y demás estamentos están a lo que los agentes, a limitar daños, lo que es humano, claro. De vez en cuando nos entretenemos con videoconferencias, como dicen los psicólogos, y reunimos a las plantillas, como si pudiéramos decirles algo.  

Vaya baño de humildad, amigos, pasar esta crisis sin tomar una decisión, comprobando que nuestra actividad no está ni entre las esenciales ni entre las menos esenciales. Nos distraemos, claro, como otros juegan al rol o debaten sobre historia, cine yemení, pesca o bricolaje, aunque seguros, en cierta manera, de la trascendencia que nos otorgan los pabellones llenos, los pabellones que se volverán a abarrotar cuando la ciencia encuentre una vacuna, el virus se debilite o perdamos la esperanza y lo mandemos todo a hacer puñetas.

No encuentro el término medio, la verdad. Unos días pienso que esto del baloncesto nació para cambiar el rumbo de las sociedades y contrarrestar el egoísmo en el que son educados los ciudadanos y otras, en cambio, me imagino un mundo sin baloncesto, o un mundo con baloncesto pero sin entrenadores (tras la vacuna, claro) y observo que no pasa nada, que la gente se divierte. El chupón deja de serlo tras las amenazas, el vago en defensa pone las copas y al que solo las pasa le llaman cornudo. La vida sigue, el baloncesto sigue, solo que sin entrenadores.



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS 

0 comentarios:

Publicar un comentario