Entrenar el inconsciente

 




José Manuel López Navarro, autor de Entrenar el inconsciente, la obra que he tenido el placer de leer en estos días, cuenta con una formación y una experiencia especialmente diseñada para ser el entrenador de corte humanista que se anuncia a través de este libro. Su experiencia en la Armada como especialista en submarinos, su colaboración en el deporte de los deportes, el atletismo, y su bagaje como preparador de equipos en clubes como Estudiantes de Madrid, conforman un currículum difícilmente igualable, no solo por el cuánto, que es mucho, sino por el qué, que es diverso y polivalente.

 

En este caso, libro y autor no pueden caminar por separado, pues Entrenar el inconsciente es ante todo el producto íntimo de la reflexión sobre la experiencia acumulada. Una reflexión orientada por un saber adquirido tanto a través de la teoría (se citan numerosos libros muy interesantes) como fundamentalmente a raíz de la práctica. Una reflexión en torno a una visión que probablemente sea anterior, pues la consideración del deportista, del hecho deportivo y del entrenamiento, el punto de partida desde el que nos aproximamos a la enseñanza de un deporte probablemente proceda de un impulso anterior a su racionalización. Si José Manuel López Navarro cree en una enseñanza basada en el deportista como protagonista, en un enfoque holístico y en una metodología integral y esencialmente flexible no es porque su trayectoria profesional lo haya orientado de esta manera, que también, sino porque había un impulso previo, una forma de ser y estar en el mundo en la que sus educadores tuvieron mucho que ver.

 

De aquí nuestra responsabilidad como entrenadores: algunas de las consecuencias de nuestras medidas y nuestros actos van a permanecer en el tiempo en forma de recuerdo o cicatriz más o menos consciente o visible. De aquí que debamos ser autocríticos, estar en permanente formación y planificar. En este sentido, aboga por el desarrollo personal de los formadores, quienes deben ser prohombres de su generación, sabios o conscientes de su ignorancia y ejemplos intachables de conducta. Humanos, sí; falibles, sí, pero no más de lo necesario.

 

El libro hace un recorrido más o menos ordenado del entrenamiento deportivo en torno a sus dos grandes protagonistas, el deportista y el entrenador, sin desatender la importancia que pueden tener otros actores, la competición y el entorno. Y en este recorrido, aunque es muy completo, nos vamos a cruzar a menudo con algunas de las palabras clave y obsesiones del autor: el liderazgo del entrenador, el forjamiento del carácter de los deportistas y el entrenamiento del inconsciente, aquel que queremos que aflore el día D y en la hora H a base de haber invertido muchas horas de práctica deliberada y repetición consciente.

 

Reconozco que me gustaría estar más en desacuerdo con José Manuel López Navarro, que alguno de sus principios chocara con los míos y que del debate pudiera surgir un nuevo principio mejorado y útil para ambos. Pero, aun así, aunque mi visión del entrenamiento (aunque mi formación y aproximación al deporte sean muy distintas de las suyas) es semejante a la suya, he aprendido mucho. Sin pretender ser demasiado técnico, el autor aclara muy bien conceptos propios del baloncesto a través del uso de ejemplos. Sin procurar aleccionar, pues la narración destaca por su humildad y modestia, su lectura, en pleno período de renovación de ideas y planificación y programación de la próxima temporada, me ha resultado especialmente clarificadora.

 

Por todo ello, que es mucho más que la mera suma de sus partes, recomiendo la lectura de Entrenar el inconsciente, idealmente antes de planificar y encontrarnos con la plantilla, pero también después, para ponernos frente al espejo de José Manuel López Navarro y confrontar nuestra experiencia con la suya, que es amplia y diversa, algo que no siempre podemos hacer con nuestro director deportivo, con nuestros compañeros o con nosotros mismos por falta de tiempo. De ahí mi consejo: que la fuerza de este libro os acompañe en esta y en próximas temporadas.

 

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

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