Una república llamada baloncesto





El Parlamento unicameral y unipersonal que represento yo mismo junto con mis circunstancias ha decidido proclamar su intención de erigirse en república independiente durante los próximos ocho meses de vida. Durante este tiempo serán desatendidas todas las quejas por mi mal humor tras una derrota de los Celtics o por los gritos proferidos tras un triple de Stephen Curry. En los próximos ocho meses cobraré en sonrisas lo que hasta ahora no he cobrado en dinero. En los próximos ocho meses, tras una inversión monetaria que podría ser considerada mínima, gracias al mejor invento del mundo, el NBA League Pass, podré disfrutar de todos los partidos de la NBA a la hora que me dé la gana y sin interrupciones.

Las suspensiones de Kevin Durant, los pases en transición de Lebron, los triples tras salida de carretón de Klay Thompson, las entradas a canasta de Wade, los pases desde el poste de Marc, los movimientos al poste de Pau, las genialidades combinadas de Curry, el primer paso de Melo, el juego colectivo de los Spurs. Todos estos elementos y muchos más suspenderán durante varias horas al día la monotonía a la que nos vemos abocados como “hombres masa”, títeres al servicio de fuerzas magnéticas que nos dominan sin que les pongamos cara; súbditos de estúpidos iletrados capaces de embarcarse en cruzadas a cada cual más absurda y fuera de su tiempo. Pero más allá del absurdo que envuelve la actualidad política en España, con más corruptos que ideas y con más independentistas que alfabetizados, quisiera recalcar unos cuantos puntos sobre los que focalizar la atención en la temporada que está a punto de comenzar:

1. El legado de Lebron James. Acuérdense de estas palabras dentro de varias décadas. La temporada 15-16 será decisiva a la hora de comparar el legado de Lebron respecto al de las otras grandes leyendas de la liga. Un nuevo fracaso, y en su caso será fracaso todo lo que no sea ganar, lo relegará de por vida a una columna de salida en el diario de la historia de la NBA.

2. El corazón del campeón. Ese al que nunca se debe subestimar, en palabras de Rudy Tomjanovich, es el que poseen los Warriors, autores de la mejor temporada estadística de la era post-Jordan. Los de la Bahía han mantenido el bloque. Está por ver si han hecho lo mismo con su ambición y ética de trabajo.



3. Líderes con pies de barro. No me fío de Harden, de Carmelo Anthony, de Westbrook ni de Durant. Tampoco de Chris Paul, Derrick Rose ni del propio Marc Gasol. Sus cualidades para jugar al baloncesto me parecen irrebatibles. No así su capacidad para abanderar un proyecto. Eso sí, una victoria de alguno de sus equipos lo cambiaría todo. También mi opinión.



4. Los nuevos viejos Spurs. Los actuales Spurs se alimentan aún de las cenizas que ardieron el siglo pasado, es decir, de aquella elección del draft que hizo que Tim Duncan aterrizara en la franquicia tejana. Los actuales Spurs beben aún del manantial europeo que supuso la llegada de Parker y Ginobili procedentes del viejo continente. Los Spurs son el equipo más moderno de la liga a pesar de contar con un entrenador de 66 años al que en España ya le habríamos dado matarile con un ERE y con varios jugadores cerca de cumplir 40. La fórmula, aunque conocida por todos, solo funciona allí. Ojalá que les vuelva a salir bien.



5. ¿Por qué no, Pau? Por qué no ganar otro anillo y sumar un tercero. Por qué no reclamar un hueco en la historia de los Bulls, una nueva camiseta retirada, como la que tendrás, si se hace justicia, en Memphis y Los Angeles. Después de verte sojuzgar a todo un país como Francia, cuya impotencia quedó plasmada en las afirmaciones insidiosas de uno de sus diarios de cabecera, con cuarenta puntos como cuarenta soles, no puedo descartar que repitas una nueva hazaña. Eso sí, para que ello suceda Hoiberg, Butler, Rose y unos cuantos más inquilinos en la ciudad del viento deberán reconocer quién manda allí. Y mandas tú.

6. Kobe, te echábamos de menos, pero corremos el riesgo de echarte de más, de verte jugando a medio gas, mermado por todas las lesiones que te han aquejado en estos últimos años. Decide bien cuándo marcharte, porque a los ídolos se les juzga por cómo llegaron, por lo que hicieron, pero también por cómo supieron aceptar su muerte deportiva.

7. Con los Bucks la piscina lleva agua. La vierten Carter-Williams, un clon, salvando las distancias, de su entrenador, Jason Kidd; Kris Middleton, Giannis Antetokoumnpo, Greg Monroe y numerosos seres más venidos del futuro para dominar la liga con su envergadura y potencia física. No es el modelo de baloncesto que más me gusta, pero son una de mis apuestas para la temporada. Me sorprendería mucho que no llegaran a las cincuenta victorias.

8. Se busca pie para zapato. Se busca cenicienta para príncipe. Se busca equipo que represente el sueño de los modestos y, sinceramente, al no poder contar a Atlanta, ya consagrado entre los grandes de la Conferencia Este, me toca apostar por mis Celtics. Por lo que vi la temporada pasada, por lo que he visto en pretemporada y por la esperanza que representa tener en el banquillo al Perrault de nuestra era, al entrenador que llevara dos años consecutivos a la humilde universidad de Butler a la final de la NCAA. Bueno, y por ser un celtic también. 

Sobre estos ocho puntos erigiré mi particular república. Y sin temor a ser apuñalado por un conjunto de senadores me dispongo a disfrutar de esa gran obra que representa para la humanidad la mejor liga de baloncesto del mundo. Aunque a fin de cuentas no sea más que otro negocio cualquiera.


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Predicciones al aire




Como todos los años, pocos días antes del comienzo de la temporada, la NBA publica una encuesta en la que los General Manager son interrogados acerca de lo que piensan que puede acontecer en estos próximos siete meses de vértigo baloncestístico. En un ejercicio de extrema osadía voy a jugar a “experto” para tratar de desentrañar las razones de estos profesionales y para añadir, a continuación, las mías.

¿Qué equipo ganará la NBA 2016?

Cleveland Cavaliers 53,6% San Antonio Spurs 25% Golden State Warriors 17,9%

Media liga piensa que de no haber mediado las lesiones de Kyrie Irving y Kevin Love, los Cavaliers se hubieran impuesto en las finales del año pasado. Por lo tanto, si las circunstancias respetan a los chicos de Blatt, todo vuelve a apuntar a ellos como favoritos. Son también los míos.

¿Quién ganará la Conferencia Oeste?

Golden State Warriors 51,7% San Antonio Spurs 41,4% Oklahoma City Thunder 6,9%

El respeto al campeón es un lugar común en la cultura deportiva norteamericana. Los Warriors ofrecen motivos para seguir confiando en ellos, pero en mi opinión los Spurs, con las incorporaciones de Lamarcus Aldridge y David West, tienen más papeletas.

¿Quién ganará el MVP?

Lebron James 39,3% Anthony Davis 25% Kevin Durant y James Harden 10,7%

Los General Manager siguen considerando que el mejor jugador libra por libra de la liga parte como principal favorito para ser reconocido a final de temporada con el galardón. Para ello sus Cavaliers deberán realizar una gran temporada regular. Y, sinceramente, una vez superada la adaptación inicial, tras una campaña modesta, con los jugadores lesionados recuperados y con Lebron especialmente airado por haber perdido una nueva final, lo lógico es que los Cavs superen ampliamente las sesenta victorias y ello, salvo sorpresa, será suficiente para que Lebron sea proclamado como lo que es, el Jugador Más Valioso de la Liga.

Si fueras el General Manager de una nueva franquicia, ¿a qué jugador ficharías?

Anthony Davis 86,2% Kevin Durant 6,9% Lebron James 6,9%

Resulta complicado desmentir el parecer generalizado de tipos que se juegan el gaznate gestionando el dinero de otros. El ala pívot de los Pelicans mejora tanto cada año que es difícil realizar una proyección realista ante tan desmesurado potencial.

¿Quién es el mejor base de la liga?

Stephen Curry 55,2% Chris Paul 24,1% Russell Westbrook 17,2%

La opinión mayoritaria coincide con mi gusto personal. Sin la lectura de situaciones de Paul y sin las cualidades físicas de Westbrook, Curry nos recuerda con cada despliegue de gestos sobre bote, de pases a una mano y de lanzamientos desde cualquier ángulo, que la técnica individual es la principal salvaguarda del talento frente al "homo gymnasium". 



¿Quién es el mejor cinco de la liga?

Marc Gasol 65,5% DeMarcus Cousins 13,8% Tim Duncan y Anthony Davis 6,9%

Todos los nombres aquí citados me parecen merecedores de estar donde están. Pero para mí el mejor center de la liga es Pau Gasol, mucho más dotado que Marc de espaldas al aro, mucho mejor conocedor del juego que Cousins, mucho más protagonista en estos momentos que un Tim Duncan reservado para ocasiones especiales y mucho más cinco de lo que lo va a ser Anthony Davis en esta temporada. 



¿Quién será el rookie del año?

Jahlil Okafor 44,8% Karl-Anthony Towns 34,5% Emmanuel Mudiay 13,8%

Pues sí, todo parece indicar que este clon de Tim Duncan, aunque sin su capacidad atlética, será el novato del año. Philadelphia ofrece un contexto perfecto para el lucimiento y, en su competencia directa con el ala pívot dominicano de los Timberwolves, Okafor parece estar más hecho en estos momentos.

¿Quién es el mejor jugador internacional fuera de la NBA?

Dario Saric 28,6% Milos Teodosic 21,4% Sergio Llull 14,3%

Creo que en este caso, los general manager juzgan el potencial del croata por encima de los logros obtenidos por los otros jugadores mencionados y algunos otros que recibieron votos pero que quedaron fuera de este podio. Para mí, sinceramente, cualquiera de los exteriores del Real Madrid, vigente campeón de Europa, son mejores que el ala pívot de Efes o que el inconsistente talento serbio del CSKA

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Palabra de Pops





Ayer fue una de esas noches en las que recé agradecido –por su omnipresencia– al Dios Twitter. A través de la cuenta de un magnífico entrenador (me basta con seguirlo en la distancia a través de su blog para saber que lo es), Jordi Juste, accedí a la entrevista rescatada por Hoopshype (gracias, también, por existir y compartir esta información tan valiosa) del libro Forces of character: Conversations about building a life of impact firmado por Chad Hennings y Jon Finkel. En ella, el personaje interrogado es Gregg Popovich, seguramente el entrenador de baloncesto profesional más exitoso e influyente de cuantos se encuentran en activo.

En esta conversación, como cada vez que toma la palabra sin las prisas del directo o la esquizofrenia asociada a la competición, el entrenador de los San Antonio Spurs nos regala nuevamente mensajes que calan hondo, reflexiones que conducen a una reflexión personal posterior y enseñanzas de quien ha pasado por la vida, y por el deporte, con los sentidos siempre activados y con la curiosidad de un niño.

Valoro mucho de las personas que tengan sentido del humor. Si no son capaces de reírse de sí mismas y de relativizar su propia importancia en una situación cómica, difícilmente podrán entregar lo mejor de sí mismas al equipo”. Esta llamada al humor sano, a la desmitificación de cada individuo y a su verdadera puesta en valor en medio de un universo del que somos una parte minúscula y de un equipo del que cada uno es parte igualmente esencial y prescindible del grupo, nos da una pista sobre cómo debemos afrontar el proceso de entrenamiento. Fomentar el humor en las sesiones semanales, la desdramatización tanto de las victorias como de las derrotas, y asegurarse de que nadie es más importante que nadie en el conjunto de un colectivo, serían tres epígrafes del manual de estilo del buen entrenador de baloncesto. Ese que aún está pendiente de ser escrito.

Ser capaz de alegrarse por el éxito de otros es fundamental. Si me entrevisto con un jugador que dice que debería haber sido elegido All American, pero que se equivocaron eligiendo a otro en su lugar o diciendo que debería haber jugado mucho más, realmente eso no me ayuda a elegirlo. Tarde o temprano acabará siendo un problema. Él mismo, sus padres o su agente me insistirán en que le dé minutos y yo, la verdad, tengo cosas más importantes que hacer”. Poco después, insistido por el entrevistador acerca de más valores que le parecen importantes Popovich afirma lo siguiente: “Vamos a los entrenamientos de instituto y universidades para ver cómo reacciona el jugador a las indicaciones de sus entrenadores y compañeros. Buscamos comprobar si los jugadores han conseguido pasar por encima de sí mismos. Esta insistentemente llamada a la modestia, a la humildad que debe acompañar a todo ser humano en su transitar por la vida, es una seña de identidad manifiesta de los San Antonio Spurs. Todos los fichajes que la franquicia ha realizado en estos veinte años se han hecho teniendo en cuenta estos baremos y, cuando algún jugador se ha mostrado especialmente egocéntrico o díscolo en su periplo en la franquicia tejana, ha sido puesto siempre ante la disyuntiva de cambiar o irse.

Una de mis mayores satisfacciones se produce cuando algún ex jugador regresa a la ciudad con sus hijos o cuando uno de mis jugadores se convierte en uno de mis ayudantes (…) Creo que desde un punto de vista egoísta, esto es con lo que más disfruto. Ganar el campeonato está bien, claro, pero el entusiasmo decae rápidamente. Que venga Tony Parker con su hijo a la oficina, eso sí que es genial.

Probablemente, lo mejor sería no añadir nada más. Y es que cuando habla Popovich te das cuenta de que estás ante uno de los mejores entrenadores con la pizarra en la mano y ante el indudable número uno en todo lo demás. Y todo lo demás es lo más importante.




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Sobrevive y avanza




A todos aquellos a los que quiero les digo que se concentren únicamente en tres cosas: La primera es que rían. La segunda es que piensen, que se concedan unos cuantos minutos al día para reflexionar. La tercera es que lloren, sí, que dejen aflorar sus emociones. Si han reído, pensado y llorado habrán tenido un magnífico día”.

Quizá haya que ser descendiente de napolitanos, natural de Nueva York y tener a Vince Lombardi como ídolo para llegar a ser Jim Valvano, el entrenador que condujera a la promoción de 1983 de North Carolina State hasta la victoria en el Torneo de la NCAA tras vencer, porque perder hubiera supuesto caer eliminados, en los últimos diez partidos de la temporada (los cuatro del torneo final de la Atlantic Coast Conference y los seis del cuadro definitivo), muchos de ellos disputados ante equipos muy superiores y tras remontar resultados que parecían definitivos. La North Carolina de Jordan, Daugherty y Perkins; la Virginia de Ralph Sampson y aquella Universidad de Houston con Drexler y Olajuwon; todas ellas claudicaron en finales apretados ante la generación liderada en la cancha por dos antiguos alumnos del DeMatha Catholic High School: Sidney Lowe y Dereck Whittenburg.

Sería Lorenzo Charles, sin embargo, quien recogiera un lanzamiento desviado de Whittenburg para anotar la canasta definitiva en la final ante Houston, en las barbas de un Akeem Olajuwon que no quiso atrapar ese balón para evitar incurrir en la infracción de “goal tending”. Lorenzo Charles falleció en un accidente de tráfico en el verano de 2012, fecha a la que nos remite en primera instancia el documental Sobrevive y avanza. La historia de Jim Valvano. Una vez enterrado su cuerpo, cuando iban a despedirse para regresar cada uno a sus actividades, el propio Whittenburg advierte al resto: “O quedamos en reunirnos una vez al año o solo nos veremos en nuestros funerales”.

Un año después, en torno a una mesa alargada en el interior de una cantina, con una cámara que se mueve buscando las reacciones de los jugadores, los viejos camaradas recuerdan aquella hazaña y a su principal protagonista: Coach Valvano. Recuerdan los recelos que les generó en un principio su llegada y cómo fue poco a poco ganándoles uno a uno hablándoles con franqueza, demostrándoles que estaba dispuesto a ayudarles en lo que fuera; admitiendo en público y en privado que los quería.

Probablemente, en una conferencia en la que entrenaban tipos como Dean Smith o MikeKrzyzewski, Jim Valvano no fuera el hombre con más conocimientos de baloncesto. Pero, probablemente, sí fuera el mejor comunicador de todos ellos. Con sus palabras, muchas de ellas rescatadas en el documental, conducía a los suyos entre la risa y el llanto hasta hacerles creer que eran capaces de todo. Con un ingenio fuera de lo común, con una agilidad mental propia de una inteligencia privilegiada, Valvano conseguía enamorar a las cámaras. En un entorno en el que primaban la contención y el estoicisimo, el entrenador de ascendencia italiana actuaba como un verso libre o una nota discordante.

“Todos los años entrenábamos un par de veces o tres sin balones. Simplemente, tratábamos de ensayar cómo sería la ceremonia de cortado de redes una vez que ganáramos el campeonato", reconocía Thurl Bailey, el capitán del equipo. "Nada se consigue si antes no ha sido un sueño”, afirmó Jim Valvano, enfermo terminal de cáncer, en la conmemoración del décimo aniversario de aquel maravilloso triunfo ante la emocionada afición del Reynolds Coliseum. De ahí que hiciera a sus jugadores visualizarse en esa situación, de ahí que hablara siempre de no rendirse nunca, nunca. Incluso cuando los médicos le daban solamente unos meses de vida.

Sobrevive y avanza es uno de esos documentales que te conmueven e inspiran, que te hacen sentir incómodo en el asiento porque la quietud es incompatible con el carrusel de emociones en el que te sumerge. Y es que cuando Jim Valvano hablaba de entusiasmarse, de reír, de amar o de soñar tocaba el alma.



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De actualidad




Movistar Plus se ha hecho con los derechos de la ACB. Como cliente de la plataforma, he recibido la noticia con moderada alegría. Personalmente, podré disfrutar de cuatro partidos en el momento de la semana que yo quiera, pues los contenidos permanecen guardados durante siete días en la nube. Cuento, además, con que la realización será de mayor calidad y con que los comentarios técnicos también aportarán un poco más de luz a lo que suceda en la cancha.

Era cuestión de tiempo que Movistar Plus concentrara la oferta de baloncesto en televisión, entendiendo por televisión el actual acceso multidispositivo (tablets, teléfonos, ordenadores,...). Promocionar y difundir espectáculos deportivos cuesta dinero. Los medios técnicos y humanos tienen un valor que la publicidad no llega a cubrir por sí sola. Menos aún cuando la audiencia que puede registrar un partido de ACB apenas supera el centenar de miles.

Y aun así mi alegría es moderada. Crecí al amparo de los partidos de ACB emitidos durante el mediodía de los domingos y de los resúmenes difundidos los lunes. Soy consciente de que muy pocas familias de clase media se pueden permitir en estos momentos asumir el coste de la plataforma digital. Muy pocos niños podrán tener, así, un primer e inocente contacto con el baloncesto allá donde no exista un equipo de referencia (sin olvidar que Teledeporte mantiene la emisión de un encuentro por jornada). Lo sé bien porque es uno de los principales hándicap que acusa mi querida Salamanca. Crecer huérfanos de ídolos es difícil y es que, cuando es necesario apurar el esfuerzo, dar un poco más de lo que el sentido común indica, conviene visualizar y tener presentes a los que lo hicieron antes que nosotros.

Esto que es así desde un punto de vista más bien romántico, es bien distinto desde la óptica empresarial. El baloncesto tiene un micho de mercado reducido, sí, pero al menos permite afrontar una inversión privada. Movistar Plus era el receptor natural de estos derechos. Cuenta con la infraestructura, la experiencia y los medios humanos necesarios para ofrecer un producto de calidad. Permítanme, por lo tanto, que no me posicione en este debate que tan encendido ha estado durante los últimos días en las redes sociales.

Por otro lado, regresando al ámbito puramente deportivo, quiero transmitirles mi personal balance sobre lo vivido, in situ, como espectador del Real Madrid-Boston Celtics del pasado jueves. Dos equipos mermados por las bajas, cortos de entrenamiento y en un ambiente no competitivo midieron sus fuerzas en el Palacio y del encuentro entre dos históricos rescaté las siguientes conclusiones a modo casi de titular:

1. Los equipos NBA ejecutan técnicamente mejor, y más rápido, todo tipo de acciones ofensivas y defensivas (finalizaciones, pases tras división, recursos sobre bote, negación de trayectorias en defensa, persecución en bloqueos indirectos,...) y, además, fintan hasta para ir al baño.

2. El nivel de actividad de manos y presión al balón es mucho más alto que en Europa y la táctica existe en igual o mayor medida. Simplemente cuentan con más armas y aceptan de mejor grado el hecho de que el talento pueda imponerse sobre la pizarra rompiendo un planteamiento concreto.

3. Los equipos NBA vuelan, aunque aquí cabría introducir matizaciones. Los Celtics, al menos, vuelan. Ocupan enseguida las dos calles laterales y la central y trasladan el balón a pista ofensiva en menos de tres segundos.

4. La cantera NBA es infinita. El modelo universitario garantiza que cada año entre cuarenta y cincuenta jugadores vayan introduciéndose en la dinámica de la liga. Teniendo en cuenta la longevidad de los jugadores, esto genera una masa tal de candidatos que la competencia por un puesto se vuelve durísima, lo que garantiza, en última instancia, la calidad. Europa necesita que empiece a cundir, si no un modelo universitario que parece inviable por cuestiones geográficas y demográficas, un modelo de academias que permitan a los chicos estudiar y jugar a un alto rendimiento.

5. Todo por el espectáculo. La NBA sabe muy bien que es ante todo es un modelo de negocio que se sustenta gracias a la enorme masa de aficionados que mueve alrededor del mundo. Esta filosofía, compartida por todos sus miembros, aflora dentro y fuera del parqué de formas más o menos explícitas. Mucho que aprender.



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Almas gemelas





Hoy me desplazo a la capital de España para ver el encuentro entre los Boston Celtics y el Real Madrid, reedición de aquel otro que enfrentara a ambos equipos en 1988, cuando Petrovic aún correteaba por las canchas anotándola desde todos lados y cuando Larry aún vestía de verde. Y, aunque parafraseando a Rick Pitino, Larry Bird no va a cruzar la puerta del Palacio esta noche (“Larry Bird no va a entrar por esa puerta” confesó el técnico para rebajar el grado de expectativas de los periodistas), el enfrentamiento entre las dos marcas baloncestísticas más laureadas de la historia de este deporte tiene siempre un significado especial.

Diecisiete anillos y nueve Copas de Europa definen el principal paralelismo entre ambos conjuntos. La persecución obsesiva de la victoria es una seña de identidad compartida. Tanto Boston Celtics como Real Madrid se alimentan únicamente de gloria. Su principal combustible es un pasado que imprime carácter y exige resultados. Nombres como Emiliano Rodríguez, Clifford Luyk, Wayne Brabender, Juan Antonio Corbalán, Drazen Petrovic o Arvydas Sabonis inspiran y responsabilizan a las nuevas generaciones de madridistas del mismo modo en que lo hacen los de Bob Cousy, John Havlicek, Dave Cowens, Kevin McHale, Larry Bird, Paul Pierce y, por supuesto, Bill Russell con los nuevos pupilos célticos.

Ambos clubes, además de grandes nombres y triunfos, comparten el paralelismo evidente y a dos entre la pareja que formaron Raimundo Saporta y Pedro Ferrándiz en Madrid con la inseparable, hasta la muerte del primero, entre Walter Brown, primer propietario de los Celtics y Red Auerbach, el más grande pionero que ha conocido el deporte de la canasta. La apuesta de Raimundo Saporta y Walter Brown por dos entrenadores como Ferrándiz y Auerbach redundó en los dos períodos de mayor éxito concentrado que un equipo, cada cual en su orilla del Atlántico, haya conocido.

Sin embargo, a fecha de hoy, los caminos se hallan separados. El Real Madrid atraviesa una época dorada claramente ligada, una vez más, con una afortunada elección de cuerpo técnico. Gracias a Pablo Laso y a unos cuantos sabios movimientos en el mercado de fichajes, el Real Madrid ha conseguido disputar tres veces consecutivas la final de la Euroliga cosechando, finalmente, el último de estos campeonatos. Las normas relativas a los salarios y a los traspasos generan inercias mucho más poderosas en la NBA. De ahí que los períodos de transición sean más largos en la mejor liga del mundo, donde el poderoso caballero no lo es tanto. De ahí que los Celtics, aunque circulen por el camino correcto con la elección de Brad Stevens, aún deban esperar para reverdecer viejos tréboles.


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