¿Hasta cuándo, Catilina?


 


Tal vez, después de todo, no merezca la pena. Ni esta queja ni lo que hacemos a diario los que nos enfrentamos a la tarea del baloncesto de formación. Quizá solo sea un grito en busca de consuelo o comprensión al universo Internet, a ese ente etéreo en el que nos cobijamos mientras llueve, graniza o nieva fuera (porque llueve, graniza y nieva, vaya que sí). Ni siquiera sé si estas conclusiones son certeras, seguramente estén sesgadas, sean parciales y no estén del todo ajustadas a la realidad. Pero aquí que las comparto, solo sea como terapia.

 

Las hago tras un partido infantil perdido por 46 puntos. También tras un partido junior igualado y vencido (es lo de menos, de verdad) que fue arbitrado por un jugador de otro equipo de la competición con el que media, aunque a mí me importe bastante poco, una rivalidad local bastante enconada. Este chico es un gran chico, lo conozco personalmente, pero no puede asumir esta responsabilidad, debió declinar la designación de este partido, aunque solo fuera por no levantar sospechas, seguramente infundadas. Probablemente con justicia, porque llegamos tarde intentando defender duro, el saldo de faltas fue de 23 a 14 a nuestro favor: de estas victorias poco se habla.

 

Lo que me preocupa de verdad es que entrenemos a un deporte durante la semana y el domingo juguemos a otro. Que intentemos defender respetando las normas, el uso legal de las manos, la verticalidad en los contactos contra el finalizador, y que nos enfrentemos a una aplicación del reglamento totalmente distinta el fin de semana. Hoy he estado mal, porque he estado muy mal alentando a mis jugadores para intentar que se defendieran, ante un equipo de un año más, de un continuo uso ilegal de manos y de continuas faltas de respeto al principio de verticalidad que quedaban repetidamente sin sanción. Claro, no me quedó otra que emplear expresiones como “pegad”, “sujetad” o “agarrad” para igualar la contienda. Mirad si lo hicimos mal (pegar, sujetar o agarrar) que nos fuimos con 79 puntos encajados y “solo” 17 faltas. Aquí volvimos a ganar: el rival solo hizo ocho (claro).

 

El uso repetido y continuado de las manos del defensor sobre el cuerpo del atacante debe ser siempre sancionado de forma inmediata. Erróneamente, en muchas ocasiones se han interpretado estas situaciones como innecesarias de ser sancionadas, empleando el lema de que "hay que dejar jugar". Precisamente si el arbitro sanciona falta en esas situaciones, entonces es cuando dejará jugar al que realmente quiere hacerlo.

 

Copio y pego una interpretación del club del árbitro para un partido profesional. A lo mejor es que en cantera, mini o preinfantil, prevalece un “dejar jugar” que es, en realidad, un “impedir jugar” porque el sujeto en proceso de aprendizaje tiene muchas menos herramientas para salir de esa presión “en falta” autorizada por unos árbitros jóvenes que han sido mal instruidos. Para intentar cambiar las caras de cordero degollado con la que me miraban en busca de consuelo mis jugadores no he podido permanecer callado, no he podido ejercer la empatía habitual con los árbitros que empiezan, algo que suelo aplicar, pero su criterio era claramente desfavorable e incompatible con la educación en baloncesto.

 

Es un craso error que convirtamos el mini y la categoría infantil en selvas o anillos de boxeo. De ahí que tantas veces me haya mostrado contrario a la competición temprana, sobre todo cuando está regulada de esta manera para que venzan los mejores atletas y pierdan, porque pierden en cada combate, los jugadores más habilidosos o creativos, que a duras penas pueden defenderse del nivel de contacto permitido y avalado por los distintos estamentos federativos. Al final, para compensar este hecho, la intensidad y el ritmo de entrenamiento se convierten en mantras necesarios para poder competir, relegando la enseñanza de la técnica y táctica individual, que son muy poco útiles cuando se puede impedir el avance del poseedor con dos manos, con un uso del antebrazo claramente fuera del cilindro o a "caderazos".

 

2.6.2 Principio de verticalidad. Si un jugador abandona su posición vertical (cilindro), saltando hacia detrás, hacia delante o lateralmente y provoca un contacto con un adversario que cumple el principio del cilindro, este jugador será el responsable del contacto por abandonar su cilindro, sea defensor o atacante.

 

Toda esta semana habíamos estado trabajando la finalización con contacto. Buscábamos provocarlo antes de iniciar la acción de canasta o, en el peor de los casos, aguardarlo preparados y conscientes del mismo, con una base suficientemente estable para soportarlo, absorberlo y emplearlo a nuestro favor. Pero claro, cuando este contacto se produce en el aire, ante individuos con una base de fuerza aún no constituida, los fallos se sucedían ante la mirada impasible de los dos jóvenes árbitros. 2 a 18 fue el saldo favorable de tiros libres (para el rival), poco se habla, también, de estas derrotas.

 

En fin, debo disculparme con los jugadores y con las familias, también con los árbitros si de verdad, como parece, lo hicieron lo mejor que supieron y cumplieron, como buenos funcionarios, las órdenes de sus instructores. Normalmente me gusta ver los partidos sentado, dar algunas correcciones, avivar de vez en cuando una intensidad que, la verdad, no conseguimos tener con regularidad, pero hoy, amén de querer salvar la diferencia existente exigiendo constantemente atención y agresividad a los jugadores, he tenido que proclamar en voz alta, de manera airada y, como digo, errónea, nuestro derecho a defendernos de un criterio arbitral que corre el riesgo, por la incoherencia con el propio reglamento y sus interpretaciones y, por tanto, con lo que deberíamos enseñar a diario, de acabar con la justicia y los incentivos a querer mejorar técnica y tácticamente.

 

Podría haberlo dejado estar, tragarme la bilis, relativizar y mañana seguir entrenando baloncesto como creo que debe ser jugado, a expensas de ser poco competitivos en el baloncesto del fin de semana. Pero he querido dejarlo por escrito, aunque sea como una particular, por original, disculpa con mis jugadores y sus familias, por elevar el tono en un juego que debe ser sobre todo de precisión, y por tener que recurrir a esta "catilinaria", ─porque no creo en los cauces oficiales ni las conversaciones de buen rollo con las que habitualmente nos toman el pelo─, para expresar por escrito lo que pienso y siento.

 

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS