Cierre la puerta al salir (I)




Esta semana el mundo del fútbol se halla conmocionado ante la convulsión que han originado en el vestuario del Bayern Munich unas presuntas filtraciones sobre alineaciones y estrategias. Pep Guardiola, el entrenador, se ha mostrado contundente y amenaza con expulsar a los topos que pretenden socavar la estabilidad del colectivo.

Sirva esta anécdota para reflexionar sobre una cuestión de mayor enjundia cuyas consecuencias se extienden desde la élite hasta los cimientos del deporte a escala mundial. Imaginen, si no, un corral de comedias. Sobre el escenario, puntualmente todos los viernes, sacan a relucir sus talentos los miembros de una compañía de actores. Representan una obra en la que han invertido mucho tiempo. Nadie osa, al menos a priori, cuestionar el proceso y es que los asistentes, repartidos en diferentes pisos, separados tal vez por clase social y género, se saben ignorantes. ¿Quiénes son ellos para cuestionar la valía de los intérpretes, el ingenio y la dramaturgia de Lope o Calderón? Eso sí, una vez terminada la obra, si ésta no ha gustado, no dudarán en hacer valer su derecho tirando tomates, huevos o cuantas viandas pudiera acoger la alhóndiga del pueblo.

Pues bien, imaginemos que, de pronto, ese corral de comedias, ese lugar ideado para la distensión, se convierte de pronto en una corrala o patio de vecinos donde conviven los actores, los guionistas y el director de la obra de teatro junto con el herrero, el granjero, la hilandera, la tendera,... El guionista procura escribir de noche y el director se las ingenia para que los ensayos sean siempre a la hora en que las mujeres cocinan y los hombres trabajan. Sin embargo, se empiezan a observar cortinas corridas y miradas indiscretas. Pronto, la Carmen le habrá contado a la Isabel cómo es el día a día de la compañía y si la actriz que hace de princesa le parece una furcia, furcia será para toda la vida. Igualmente, que no se le ocurra al director alzar la voz en un momento de tensión porque ya se sabe: “Qué malo que es ese hombre, qué mal que trata a las niñas, con lo jóvenes que son”. Así, cuando llega el momento de la representación, ya no sólo será juzgada la ejecución, sino que entrarán en juego visiones subjetivas y prejuicios. Todo el mundo se sentirá capacitado para opinar pues todos creen saber de lo que hablan. Surgirán, además, adhesiones particulares, procesos de identificación y empatía con los protagonistas. Protagonistas que ya no serán profesionales ajenos a todo cuanto sucede, sino ídolos o villanos que, además de hacer bien su trabajo, deberán responder a toda una serie de expectativas. Ha nacido el derecho a opinar y ese eslogan que no por manido deja de ser falso de “el cliente siempre tiene la razón”.

Y de ahí la necesidad, hablo ya de baloncesto, de marcar distancias y dotarse de argumentos para poder mantener el relato del “tú no sabes, déjamelo a mí”. De ahí la necesidad de acreditar formación, diplomas. De ahí también la perversa obsesión por atesorar triunfos, triunfos que pueden ser derrotas a largo plazo, que pueden ser éticos o menos éticos, pero que son triunfos a fin de cuentas (CURRÍCULUM). De ahí, también, el imperativo de imponer una ley del candado entre el sector que, a nivel sociológico, más daño puede hacer al trabajo de un equipo de cantera: los padres.

El padre (la madre) no es un simple aficionado. No tiene por qué entender (aunque algunos sí que lo hacen) de dinámicas colectivas, reglas internas de vestuario o aspectos técnicos, aunque suele ser orgulloso y reclamar para sí un saber especializado basado en sus pachangas en el parque o en sus tiempos (remotos) como jugador de patio de colegio. Eso, si hay suerte. En ocasiones, en cambio, puede ser un experto psicólogo, un ex jugador de élite o un periodista, es decir, una verdadera autoridad en la materia. En cualquier caso, más allá de esta grotesca caricatura que he dibujado de los padres (muchos me vais a matar), no creo en un cierre corporativo, en un funcionamiento paralelo de lo que es el equipo en sí y de lo que Johan Cruyff vino a llamar el “entorno”.

Colaboremos, reforcemos actitudes positivas en el chaval, evitemos que escuche mensajes contradictorios y partamos siempre de la base de que todos, padres y entrenadores remamos en la misma dirección; de que todos, a fin de cuentas, queremos lo mejor para el hijo/jugador y para el equipo/grupo de amigos.

Por supuesto, no existe comparación entre el deporte de élite y el de cantera. Guardiola puede creer que lo mejor para la dinámica de su equipo es desenmascarar al topo y eliminarlo para siempre, pero también debe entender que, con las indecentes sumas de dinero que mueve el fútbol gracias al seguimiento generalizado, se debe a sus aficionados. Su política del candado tiene sentido cuando analizamos la porquería de prensa que se mueve alrededor, pero no cuando se le evita a los consumidores de fútbol poder acceder a un mayor conocimiento de sus ídolos. Es decir, Guardiola, como parte de un espectáculo sobredimensionado y muy bien pagado, debería estar obligado a vivir en el corral de vecinos y no sólo a actuar públicamente los fines de semana.

Sin embargo, en cantera, mi apuesta pasa por una “política” de confianza que debe partir, en primer lugar, de la ética y la formación de los entrenadores. Somos los principales responsables del progreso deportivo y personal de los chavales y por eso debemos invertir horas de nuestro tiempo en mejorar nuestras capacidades. Una vez suceda esto estaremos en disposición de poder demandar a los padres un espacio de autonomía para poder trabajar sin prisas y sin una orientación resultadista. Un espacio de autonomía que, como decía antes, no debe suponer un muro infranqueable, sino una red mallada a través de la cual los intercambios sean fructíferos, sobre todo, para el interés del menor.

Ésta es mi opinión y he disfrutado compartiéndola con vosotros. Ahora me gustaría escuchar las vuestras, ya sean imparciales o de parte.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Laso sabe quién mató a Kennedy





Pablo Laso sabe quién mató a Kennedy. O por lo menos sería capaz de construir una teoría mucho más convincente de la que salió de la Comisión Warren. O al menos estaría mucho mejor preparado para contársela a sus jugadores que todos esos burócratas embebidos de poder.

Sirvan el quincuagésimo aniversario de la muerte de Kennedy y el excelente momento por el que atraviesa la sección de baloncesto del Real Madrid para introducir un tema fundamental, la alienación a la que nos vemos sometidos sin capacidad de réplica por el mero hecho de habitar en una estructura que de grande nos desborda. Que de densa nos aplasta.

Los que idearon la democracia nunca pensaron que fuéramos a ser tantos y tan diversos. Los que elaboraron la constitución, ellos mismos lo aseguran, nunca imaginaron que su bienintencionada obra derivara en esta pocilga de corruptos despiadados que se deshacen en halagos y alabanzas ante los mercados, comisiones europeas y demás instancias internacionales para después minar las fronteras con espinosas e inhumanas alambradas.

Con nuestros impuestos evitamos ruinas de bancos, saneamos las cuentas públicas de las que otros se apropiaron, pagamos campañas electorales, delirios de grandeza de antiguos jugadores de balonmano,... Nos hacemos cargo, en definitiva, de las desviaciones morales a las que todos estamos expuestos y a las que muy pocos, valientes y bien formados, se resisten. Todo ello para que nuestra salud dependa de un chequeo que nunca llega, la justicia de un juez elegido a dedo y de un juicio que no termina nunca, la integridad física de un policía que certificará el suceso y nuestra educación, clave de todos los bienes y males, de un profesor sin vocación encantado de su condición de funcionario y hastiado de atender a tantos y tan diferentes hijos de su madre y de su padre.

Con esto quiero decir que la sociabilidad intrínseca del ser humano no se satisface mejor por más grande que sea el entorno y por inabarcable que sea el contexto. El sistema, esta sociedad del espectáculo en la que somos meros espectadores, aunque algunos puedan sentirse parte importante porque le lean un “tweet” en antena, nos degrada y nos ofrece muy pocas opciones. Las mejores, creo, pasan por apagar el televisor, retomar la vieja costumbre de leer y, háganme caso, por jugar al baloncesto.

Entiéndanme, jugar al baloncesto o formar parte de pequeñas comunidades donde su voz sea escuchada, donde el proyecto de todos sea también el suyo, donde su autoestima se refuerce y donde ni siquiera sea necesario votar cada cuatro años porque las elecciones, aunque las tome uno, son de todos.

Y ése es el éxito del Real Madrid de Pablo Laso más allá de la calidad de sus jugadores y el diseño de la plantilla. En el equipo blanco las decisiones, aunque encarnadas en su persona, son fruto de un proceso dialógico, real o figurado. Se aceptan porque son el reflejo del pensamiento de los jugadores y por esta razón funcionan. Laso, pregunte o no, “gobierna” como le exigen sus “ciudadanos” sin necesidad de que se lancen a la calle o monten revueltas en el vestuario. Le avalan los conocimientos y le respaldan sus muchas horas de trabajo. Su compromiso está siempre un paso por encima del que tiene el grupo.

Un grupo pequeño y unido donde todos se sienten importantes. Un grupo que está en condiciones de exigir a cada uno de sus miembros por el hecho de que cada uno de sus miembros también puede y debe exigirle al grupo. Un grupo en el que no pueden existir parásitos pues enseguida serían etiquetados y deportados. Un grupo en el que nadie se puede apoderar de una cuota excesiva de poder porque sólo está condenado al fracaso. En el Real Madrid todos han comprendido su rol, han aceptado las diferencias de talento que se plasman en diferencias de minutos como una realidad inescrutable y positiva para el colectivo contra la que se rebelan entrenando cada día más duro. Durante los entrenamientos compiten para mejorar, durante los partidos cooperan para competir.

Y el resultado es bueno en términos cuantitativos, pero podría no serlo en función de elementos no controlables o azarosos y no por ello el grupo estaría peor gobernado y merecería de menos alabanzas. El Real Madrid de Pablo Laso ha conseguido lo que también logró el F.C. Barcelona de Pep Guardiola, aunar a aficionados de muchos lugares y con diferentes colores en la fascinación ante un modelo de juego que se basta a sí mismo para justificarse.

Y toda esta oposición de concepciones de la vida y el baloncesto para reclamar, a nivel político, la devolución del poder y el control a los ciudadanos. Muchos pensaron que, en un mundo global en el que las consecuencias de las acciones de uno afectan irremisiblemente a los otros, era necesario un gobierno mundial. Yo, en cambio, pienso que si queremos convivir todos juntos debemos regresar a las pequeñas comunidades, a gobiernos a escala humana que tengan en cuenta las verdaderas motivaciones y necesidades de los ciudadanos, que se fiscalicen, y esto es lo más importante, a ellos mismos porque de todos es el poder y a todos les concierne.

Como en un equipo de baloncesto. Perdón, matizo, como en todo equipo de baloncesto que es entrenado desde una perspectiva humana, en el que se evita la cosificación de los jugadores y en el que se comparten no sólo las metas deportivas, sino también las personales. Y ese equipo en el que pienso, a fecha de hoy, es el Real Madrid. Tiempo tienen Pascual y todos los demás equipos europeos para imitar el modelo en lo que más importa, en su vertiente social. 



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

La banda sonora de la NBA (II)






Ante la escasa expectación suscitada por la publicación de la primera entrega de esta sección y dado que no tengo otra cosa mejor que hacer, he decidido publicar una segunda para intentar provocar, si fuera esto posible, un mayor sopor entre los lectores. Esta vez, por falta de tiempo, que no por compasión hacia ustedes, sólo voy a abordar el pronóstico musical de la División Atlántico, aquella que aglutina más títulos de la NBA y también aquella donde se concentra el mayor peso histórico de la joven nación estadounidense.



DIVISIÓN DEL ATLÁNTICO



Philadelphia Seventy-Sixers. Cold, Cold Ground (Tom Waits)



Hay un listón en el sauce, una llanta como columpio, un zarzal de bayas invadiendo la ladera, el gato dormirá en el buzón y nosotros nunca iremos a la ciudad hasta que encerremos todos los sueños en la fría, fría, tierra”. A pesar del inicio fulgurante no se dejen engañar, los Seventy Sixers son carne de lotería y lo mejor que pueden hacer es, como dice el genial Tom Waits, encerrar los sueños y aplicar fórmulas realistas. Evan Turner y Michael Carter-Williams pueden ser los pilares de un futuro proyecto, pero para que éste sea ganador hará falta sumar piezas en la zona. 





New York Knicks. Maneras de Vivir. (Rosendo)



No pienses que estoy muy triste si no me ves sonreir, es simplemente despiste, maneras de vivir. Me sorprendo del bullicio, y ya no sé qué decir, cambio las cosas de sitio, maneras de vivir”. Ser aficionado de los Knicks es, sin duda, toda una manera de vivir. Sin embargo, no, no es simplemente despiste. Si no sonríen es porque el equipo emblema de la capital del mundo apesta a estrellas viciadas y mediocridad. La fórmula de tres ataques para Carmelo y uno para los demás (salvo si te llamas J.R. Smith) en función de una rotación anárquicamente trazada es un insulto al buen gusto baloncestístico. Estarán en playoffs por el ridículo nivel de la clase media en la conferencia.



Brooklyn Nets. The End. (Pearl Jam)



¿Qué fue de todos aquellos sueños que compartimos años atrás? ¿Qué fue de todos los planes que hicimos? Ahora, ahí están, a la izquierda del camino, detrás de nosotros, en el camino. Más que por los amigos yo siempre brindé: “porque los amigos van y vienen”. La gente cambia, como lo hace todo y yo quería llegar a viejo, sólo llegar a viejo”. Y a viejos llegaron los principales jugadores del nuevo proyecto de Brooklyn. A demasiado viejos diría yo. Garnett, Pierce, Joe Johnson, Jason Terry, Andrei Kirilenko e, incluso, Deron Williams, ya tuvieron tiempo para comprobar que los amigos van y vienen y que muchos planes, los más románticos y utópicos, ya quedaron atrás. No den un duro por ellos. Ganarán la división por oficio y profesionalidad, pero morirán, como lo haremos todos algún día si tenemos suerte: Por viejos.





Toronto Raptors. Blowing in the wind. (Bob Dylan)



Cuántos años puede existir una montaña antes de que sea arrasada por el mar, cuántos años pueden vivir algunos antes de que se les permita ser libres, cuántas veces puede un hombre girar la cabeza y fingir que, simplemente, no lo ha visto” Cuántos años más podrá sobrevivir el baloncesto en Canadá ante proyectos desnortados y gestiones autodestructivas. La respuesta, supongo, como bien dice Dylan, navega en el viento, el mismo viento que circula por la cabeza de Rudy Gay, un jugador al que sólo puedo definir por lo que sé que NO es: un jugador franquicia. Del mismo modo puedo definir a Kyle Lowrie como un “no base” y a Jonas Valanciunas como una “no referencia interior”. El equipo de los “noes”, adivínenlo, no se metará en playoffs.





Boston Celtics. Yesterday (The Beatles)



Ayer todos mis problemas parecían tan lejanos. Ahora, (sin embargo) parece que están aquí para quedarse. Oh, yo creo en el ayer”. El aficionado de los Celtics, y hablo con conocimiento de causa, es, por esencia, nostálgico. Un recuerdo puede embaucarle durante horas, mantenerle en un estado de sobreexcitación poco saludable. Sin embargo, pese a la elección de esta canción, el aficionado de los orgullosos Celtics es también un optimista patológico y ya está divisando el próximo gran triunfo. Puede que tengan que pasar, como ocurriera la última vez, veintidós años, pero aun así éste siempre pensará que volverán las flores por primavera. Y volverán, aunque sólo sea para disputar una ronda de playoffs y medir el verdadero potencial de los Jeff Green, Avery Bradley o Kelly Olynik.



VENCEDOR DE LA DIVISIÓN: BROOKLYN NETS

EQUIPOS EN PLAYOFFS: BROOKLYN NETS, NEW YORK KNICKS y BOSTON CELTICS



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

La banda sonora de la NBA (I)





Seguro que muchos de vosotros asocia a diferentes períodos de su vida, a distintos acontecimientos o fechas marcadas, una canción, un conjunto de estrofas y una melodía que aún tararean cuando los recuerdan. Pues bien, en uno de esos tiempos muertos que me concedo a mí mismo más a menudo, quizá, de lo aconsejable, me dio por imaginar cuál sería la canción de cada equipo de la NBA para así, de esta manera, seguir profundizando en la previa de la temporada que acaba de comenzar. Dividiré esta previa musical en tres entregas y en cada una de ellas abordaré dos divisiones.

DIVISIÓN DEL PACÍFICO

Golden State Warriors. Have you ever seen the rain? (Creedence Clearwater Revival)

Alguien me contó hace tiempo que hay un período de calma antes de la tormenta”. Sí, los días soleados también pueden convertirse en días lluviosos. Más aún si ese día te enfrentas a los dos mayores y más certeros tiradores del campeonato. La dupla que forman Stephen Curry y Klay Thompson le enseña a todos sus rivales lo que es la lluvia (por si no la habían visto). Acompañados por el oficio de Iguodala, el trabajo no exento de talento de Lee y los centímetros e inteligencia de Bogut, amén de un notable banquillo, estamos en disposición de exigirles, a ellos y a su entrenador Mark Jackson, la consecución de logros importantes. 



Los Ángeles Clippers. Fly me to the moon. (Frank Sinatra)

Llévame a la luna, déjame cantar entre las estrellas, déjame ver cómo es la primavera tanto en Júpiter como en Marte. En otras palabras, coge mis manos”. Éstas fueron las palabras con la que los miembros de la plantilla angelina recibieron a Doc Rivers en la primera sesión de entrenamientos. Los Clippers siempre han volado alto de la mano de DeAndre Jordan y Blake Griffin y bajo la batuta de Chris Paul. Sin embargo, necesitaban de una brújula que les indicase el camino hacia el anillo.

Los Ángeles Lakers. Hotel California. (The Eagles)

“Bienvenidos al Hotel California, qué lugar tan encantador, qué preciosa fachada”. Cambien Hotel California por Staples Center y entenderán por qué le dedico este tema de los Eagles a los Lakers de Mike D´Antoni. La franquicia de oro y púrpura es poco más que una bonita apariencia, una persona coqueta que ha recurrido a la cirugía para tapar las huellas que los años han ido dejando. Aun así, por sugerente que sea su careta, este equipo, con Kobe o sin él, está condenado a quedar fuera de los playoffs después de nueve años.

Sacramento Kings. Juventud, divino tesoro. (Paco Ibáñez)

Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver! Cuando quiero llorar no lloro y a veces lloro sin querer. Juventud, divino tesoro, ¡ya te vas para no volver!” Sirvan estos versos de Rubén Darío puestos en la boca y en las cuerdas de la guitarra del maestro Paco Ibáñez para verbalizar los sentimientos de todos aquellos fans de los Kings que se enamoraron de esta franquicia en el inicio del milenio cuando militaban en sus filas Vlade Divac, Chris Webber, Pedja Stojakovic, Mike Bibby, y tantos otros. Ahora su juventud se evapora y sólo les queda llorar sin querer mientras ven los residuos de aquel magnífico proyecto (ya saben, los Kings de la tortilla de patata, el tocata de pilas y las chicas yé yé) convertidos en ceniza. 




Phoenix Suns. Stand by me (Ben E. King)

Cuando cae la noche, y la tierra está oscura, y la luna es lo único que vemos, no tendré miedo, no, siempre y cuando cuentes conmigo. Cariño, cariño, quédate conmigo”. Bien pudiera ser ésta la banda sonora de muchos equipos de la liga. Y es que los Suns son sólo otro candidato más a elegir el número uno del draft el próximo mes de junio. Aunque hasta hace pocas semanas todo parecía indicar que ese jugador al que los aficionados de los Suns se refieren como “cariño” sería Bradley Wiggins, no hay que menospreciar la irrupción fulgurante del pupilo de Mike Kzyzewski, Jabari Parker.



DIVISIÓN SUROESTE

San Antonio Spurs. El Reloj (Lucho Gatica)

Reloj detén tu camino, porque mi vida se apaga, ella es la estrella que alumbra mi ser, yo sin su amor no soy nada”. Los Spurs se enfrentan, tal vez, a la última ocasión de recuperar el inconfundible sabor de la victoria, ése que alimenta su ambición y sin el cual no son, como dice el bolero, nada.

Houston Rockets. Wannabe (Spice Girls)

Yo te diré qué es lo que quiero, lo que realmente, realmente quiero. Entonces dime lo que quieres, lo que realmente quieres. Te diré lo que quiero, lo que realmente quiero. Entonces dime lo que quieres, lo que realmente quieres. Yo quiero, quiero, quiero, quiero realmente. Realmente, realmente, quiero zigzaguear”. Que me perdonen los aficionados de los Rockets que puedan acceder a este blog, pero no me negarán que bien podría ser ésta una conversación entre James Harden y Dwight Howard, dos de los mayores talentos de la liga, pero también dos de las mentes menos lúcidas y brillantes. Mientras se sucede esta conversación es probable que en el otro lado del vestuario esté Jeremy Lin, producto de Harvard, jugando una partida de ajedrez con Asik mientras Omri Casspi repasa la Torá, Chandler Parsons ultima los detalles de su tupé y Kevin McHale se hace con una cuchilla de afeitar para cortarse las venas. Lo siento, el proyecto es interesante, pero si su éxito reposa en la madurez de Howard y Harden que se vayan olvidando en Houston de cualquier opción de anillo.

Memphis Grizzlies. Y nos dieron las diez (Joaquín Sabina)

Y nos dieron las diez y las once, las doce, la una, las dos y las tres” (y las cuatro, las cinco y las seis si fuera por su entrenador). La propuesta de juego de Memphis Grizzlies es, sin duda, una de las menos atractivas de todo el campeonato. A pesar de contar con un muy buen pasador en el puesto de center, Marc Gasol, y de disponer, a su vez, de un base en franca progresión, Mike Conley, muy poco se puede esperar de un equipo que alinea en el perímetro titular a Tony Allen y Tayshaun Prince. Por lo menos en ataque. 

Dallas Mavericks. Satisfaction (The Rolling Stones).

No puedo obtener ninguna satisfacción. No puedo obtener ninguna satisfacción. Porque lo intento, y lo intento, y lo intento, (pero) no puedo obtener ninguna satisfacción”. No sé por qué pero me imagino a Mark Cuban cantando bajo el chorro de la ducha una de los temas más reconocibles de la banda británica. La eterna insatisfacción del dueño de los Mavericks ha llevado a la franquicia a sus cotas más altas de prestigio, pero también a una especie de esquizofrenia mal resuelta que redunda cada verano en una remodelación de la plantilla. Sólo Nowitzki y Carslile son, por el momento, inamovibles. 



New Orleans Pelicans. Maquillaje (Mecano)

No me mires, no me mires, no me no me mires, no me mires, no me mires, déjalo ya, que no me he puesto el maquillaje”. El cambio de logo y la incorporación de Tyreke Evans o Jrue Holiday (dos jugadores que necesitan mucho balón) no impide que los Pelicans sean aún un producto en construcción, una actriz en plena sala de maquillaje que necesita de un poco más de tiempo para que, como dice la canción, la queramos besar. Démosle, pues, el tiempo que necesiten para juntar las piezas y convertirse en candidatos al título. La ciudad, toda la comunidad que aún se recupera de los efectos devastadores del Katrina, se lo agradecerá.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Se abrió la veda





Este sitio dejó de ser, hace mucho tiempo, un blog de actualidad para convertirse en un vertedero de mis desmanes y desvaríos. Otros años era habitual que servidor se desmarcara con algunos análisis, previas o pronósticos sobre la mejor liga del mundo, sí, ésa que ha comenzado hace tres días con la entrega del anillo al campeón. Éste, sin embargo, me ceñiré a, con nocturnidad y a deshora, hacer lo que todos hacen en los medios de comunicación y las redes sociales. Es decir, a opinar. Simple y llanamente.



Porque a fin de cuentas informar está sobrevalorado. Igual que memorizar o enseñar contenidos. Total, todo está en la red. Sólo hay que saber dónde buscar, servirse de una fuente dotada de la autoridad suficiente y dejarse llevar por lo que diga asumiendo su infalibilidad, aceptando como dogma todo lo que afirme en base a ese poder que le otorga su historial, currículum, número de lectores o prestigio.



Pero vaya, no se trataba de analizar con sarcasmo la deriva en la que vive sumido el consumidor medio de información en este país y otros tantos (a ver si vamos a ser ahora tan especiales), el descrédito que sufre la memoria como interruptor de saberes y el sectarismo con que se rechazan determinadas visiones por no ser las de uno. Cuando más fuentes de información están a nuestro alcance, menos preparados estamos para analizarlas desde un punto de vista crítico. Cuantas más opciones tenemos menos utilizamos. Leemos, y gracias, sólo aquéllas que respaldan nuestro discurso, aquéllas en las que nos podemos sentir amparados. Seguro que más de uno de vosotros, yo el primero (aunque no en el ejemplo que sigue), se reconoce en la figura de ese amigo que llega a la cafetería henchido de orgullo apelando a un artículo en el que un “experto” estira hasta el infinito una estadística en la que, al parecer, se prueba que Kobe es mejor que Jordan, desechando otro que en esa misma revista, unas páginas detrás, rendía homenaje a la figura del eterno 23 situándolo como el dios único y verdadero de este deporte. Y como en el baloncesto, en todo lo demás.



Y a eso me voy a limitar, a opinar, a expresar mis gustos sobre los equipos y jugadores de la que, como ya he dicho, es, y esto no es opinable, la mejor liga del mundo.



El jugador más plástico. Si el baloncesto fuera ballet, Rudolf Nureyev se llamaría Klay Thompson. Su mecánica de tiro, sus arrancadas directas y cruzadas y sus finalizaciones son de alta escuela.

Otros jugadores contemplados: Ray Allen, Jamal Crawford, Kevin Durant. 




El jugador más competitivo. Kobe Bryant. A Kobe le gusta menos perder que a Rajoy hablar en público. A veces equivoca los caminos, pero si alguien es capaz de picarse con un niño que está jugando a la peonza, ése es Kobe Bryant.

Otros jugadores contemplados: Kevin Garnett, Tim Duncan, Lebron James.



El jugador más inteligente. Si los partidos de baloncesto se decidieran resolviendo Cubos de Rubik hay pocos más preparados que Rajon Rondo. El base de los Celtics es una calculadora andante de espacios, combinaciones y porcentajes.

Otros jugadores contemplados: Steve Nash, Ricky Rubio, Tony Parker. 




El jugador más completo. Hijo, marido, amante (que no tiene por qué coincidir con marido) y padre excelente. Abuelo mezcla de compasión y dureza. Igual aporta fondos para una causa benéfica que invierte en España (bueno, eso es lo mismo). No puede ser otro que Paul George, el base-escolta-alero de los Pacers, el más digno sucesor de Scottie Pippen y John Havlicek.

Otros jugadores contemplados: Lebron James, Harrison Barnes y Josh Smith.



Una de breves...

Pagaría por ver a... Stephen Curry

Me cruzaría de acera si me encuentro a... Metta World Peace (a pesar del nombre).

Construiría mi equipo a partir de... Lebron James

Le confiaría la vida en un tiro libre a... Ray Allen

Le daría la última bola en un partido igualado a... Kevin Durant

Será el MVP de la temporada... Paul George



El equipo mejor orquestado. Si se trata de trabajar en equipo, de ganar y perder de manera colectiva sin dedos inquisitivos ni egos hipertrofiados éste debe ser San Antonio Spurs.

Otros equipos contemplados: Miami Heat, Golden State Warriors, Indiana Pacers



El equipo más sucio. No existen muchos equipos del perfil de aquellos Pistons de finales de los 80 o de los Knicks y Heat entrenador por Riley en los 90. Hasta el año pasado los Celtics representaron esa vieja tradición de dar antes de preguntar. La presencia de Joe Johnson y de Brook López inhabilita a los Nets para este honor, así que me quedaré con los Chicago Bulls de Butler, Boozer y Noah con Thibodeau en el banquillo.

Otros equipos contemplados: Memphis Grizzlies, Miami Heat, Indiana Pacers.



El equipo más espectacular. Si mi concepto de espectáculo fuera el de la mayoría, a esta cuestión respondería los Clippers. Pero no, a mí me gusta disfrutar no sólo con la demostración de facultades físicas, sino, principalmente, con la puesta en escena de gestos técnicos de enorme dificultad. Y ahí, entre los cambios de mano, dirección y ritmo de Curry y la pureza de Klay Thompson, me tengo que quedar con los Golden State Warriors.

Otros equipos contemplados: LA Clippers, Denver Nuggets, Oklahoma City Thunder



Otra de breves...

Pagaría por jugar en... los Celtics (cuestión de colores).

Sufriría jugando en... New York Knicks (una posesión para cada uno y tiro porque me toca).

Si el estilo de juego de un equipo resumiera tu filosofía de baloncesto éste sería... San Antonio Spurs (mi filosofía y la de muchos, creo).

Confiaría mi vida a la defensa de... Indiana Pacers

Si los equipos de NBA fueran equipos de cantera me gustaría que un hipotético hijo jugara en... Boston Celtics (no sólo por los colores, también por los valores que representan).

Ganarán el anillo... Indiana Pacers (tienen todas las piezas y a Larry Bird sentado en primera fila por si hay que enchufar la última).



En fin, esto de opinar no es coto cerrado de blogueros, expertos, sabios, periodistas, Pipi Estrada o Santiago Segurola. Así que si os han gustado mis propuestas apuntaos y compartid con todos nosotros vuestros gustos particulares sobre los jugadores y equipos de, y esto repito no es opinable, la mejor liga del mundo.



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS