La década que vivimos peligrosamente






Hace diez años, en otro caluroso 23 de junio, sin pandemia pero igualmente en crisis, por recomendación de mi hermano Fernando, hermano, compañero y amigo, comencé la redacción de artículos para este diario, un blog de baloncesto que pretende ser algo más siendo, probablemente, mucho menos.

Los principios

Los primeros años estuvieron marcados por el entusiasmo, el seguimiento puntual de los viejos amigos, quienes incluso se atrevían a dejar comentarios, tal era la inocencia con la que nos desenvolvíamos entonces. En lo baloncestístico aún jugábamos sobre las cenizas de los últimos Celtics-Lakers y ya veíamos llegar, de forma inevitable, los años de supremacía de Lebron (pensábamos que también de Durant), no tanto la inesperada irrupción de un nuevo estilo de la mano de los Warriors, aunque ya el 25 de marzo de 2012 le dediqué una entrada a Klay Thompson afirmando, tras anotar 31 puntos frente a Sacramento, que habría más y mejores noches y el 24 de enero de 2015, cuando ante el mismo equipo anotó 37 en un solo cuarto, tuve que volver a escribir.



Entrenadores

Gratas, muy gratas, fueron las sorpresas de Dallas Mavericks, en 2011, y San Antonio Spurs, en 2014, asentadas ambas sobre una concepción del juego que sigue siendo, en mi opinión, la más justa, virtuosa y bella, aunque como escritor disfrute de las epopeyas y los tour de force encarnados en la figura de un solo hombre ungido por los dioses. Aquellas gestas colectivas con acento tejano incrementaron mi interés por el baloncesto y los entrenadores. Desde luego, Gregg Popovich ocupa un lugar de privilegio en mi santoral, principalmente por haber creado a las orillas del río San Antonio una cultura de exigencia máxima y cuidado mutuo, un método sobre el que escribí el 3 de mayo de 2012 y que comparé con el de los New England Patriots el 2 de febrero de 2015.



No les costará mucho adivinar quién es, sin embargo, el entrenador que más veces ha sido citado en este blog. Tres europeos, dos medallas olímpicas, un mundial y un anillo de la NBA como ayudante han terminado de doblegar los recelos iniciales y el consenso es casi unánime: Sergio Scariolo es el mejor seleccionador de nuestra historia.

La formación

A hombros de aquellos gigantes, sin el apoyo pero con el respeto silencioso de los seres queridos, con la incomprensión de muchas otras personas cercanas incapaces de adivinar lo mucho que nos motiva e incita la cancha como uno más de los escenarios de la vida, he ido dando pasos en mi carrera como entrenador. Por un lado, los puramente necesarios, “oficiales” y federativos, que me aportaron mucho más que un título. En el verano de 2012 en Valladolid y en el de 2014 en Zaragoza conocí mejor a mis amigos, sumé nuevos compañeros de viaje y adquirí un renovado compromiso con mi vocación. Por otro, jornadas, talleres, semanas de entrenadores, eventos puntuales que aportaron ideas y nuevas preguntas.



Las experiencias

En cualquier caso, las mejores fuentes de aprendizaje han sido las experiencias. Cada temporada nacemos, crecemos, maduramos y morimos, pero siempre de una manera distinta. Y yo, que me niego a extrapolar el recuerdo como guía de mis actuaciones futuras, pues creo que no hay dos sucesos iguales, dos instantes idénticos, admito, en cambio, que lo esencial es ser conscientes del porqué y el cómo de nuestras decisiones y hacer balance. ¿Actué con ira, con miedo? ¿Estuve tranquilo para analizar con calma o nervioso porque creía estar jugándome la reputación?



Agradezco a todos aquellos que me dieron la oportunidad de estar en sus clubes y aprender junto a ellos. Aunque haya mucho que mejorar a nivel estructural, en este recorrido de diez años me he encontrado con un altísimo porcentaje de personas que actúan con nobleza y honestidad, empezando por los árbitros, a quienes aprendí a entender después de cometer varios errores en el trato hacia ellos, con quienes vuelvo a disculparme, colectiva e individualmente por alguna de mis actitudes pasadas. Cuánto echamos de menos, por cierto, a Pepe San Agustín.

La comunicación

Salvo excepciones, la relación con los padres también ha sido buena en este tiempo. Comprenderlos, sumarlos a la causa, hacerlos partícipes de lo que sucede actuando con plena transparencia me parece fundamental para sumar activos y, por otra parte, para dejar sin argumentos a aquellos que tienen una vocación incendiaria. Llevar el peso de la comunicación, ser el primero en trasladar los mensajes, resta fuerza a los conatos de rebelión y las actitudes egoístas, actitudes que debemos abordar desde la comprensión (todos los somos) y la intransigencia (no tienen cabida en un equipo).

Lo mismo sucede con los jugadores, a quienes no basta con negar la capacidad de opinar para que no opinen o piensen. En este tiempo he aprendido que habrá veces en que habrá que obligar e imponerse, pero también ocasiones para escuchar y reconsiderar posturas. Como siempre, es fundamental marcar los tiempos y los espacios, algo en lo que me ha ayudado mi vocación literaria, una vocación que creía incompatible, por estar basada en valores a priori contrarios a los del deporte como la imaginación o la sensibilidad, y que, sin embargo, se vuelve cada vez más esencial. Los entrenadores somos contadores de historias.

Nuevos retos y "viejos" maestros

Contar historias es lo que hago también en el blog de Sport Coach Academy, empresa líder en la formación online de entrenadores, con la que tengo el placer de colaborar y donde también me esfuerzo por dar salida a mi lado más analítico, el que se está imponiendo de la mano de herramientas como Synergy Sports Technology, empresa en la que tuve la suerte de trabajar durante una temporada, antes de que un compromiso total con el C.B. Clavijo, me impidiera renovar con garantías. Sin duda, en esta parte más táctica del juego, estar en compañía de Jenaro Díaz durante las dos últimas temporadas ha sido un auténtico lujo. Nuevamente, me considero un privilegiado por ello.



En fin, me gustaría citar muchos nombres, a pesar de considerarme autodidacta, pues todos ellos aportaron su granito de arena. Probablemente, nadie me dedicó más tiempo que Nacho Iglesias, en la temporada 2011-2012 en el C.B. Santa Marta, aunque también estuvieron muy bien los cafés con Fernando Merchante a la llegada a C.B. Tormes en 2015, el año junto a Rafael Gil comprendiendo las necesidades del minibasket como su ayudante en la selección de Castilla y León, las ocasiones en que he podido coincidir con Alberto Miranda, ayudante en UCAM Murcia, y, por supuesto, las conversaciones antes del amanecer con el ya citado Jenaro Díaz, despierto desde mucho antes para observar detalles de Euroliga y NBA. Por no hablar de las conversaciones sobre poesía, música y un poco de baloncesto con Fernando García, maestro de maestros o todas las mantenidas con colegas en pabellones, bares o discotecas.



De manera resumida, así han sido estos diez años de blog, la historia de un desatino, de un chico que encontró en el baloncesto un sentido, modesto pero un sentido, para vivir peligrosamente y escribir sobre ello.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS