Diario de un encierro. Día XLIV





Winner wins it all

No sé desde qué perspectiva abordar este asunto y, sin embargo, la perspectiva es la clave para resolver este y cualquier otro asunto. Quiero decir, no sé si se trata de una realidad económica, que deba ser abordada a través de los esquemas neoclásicos, desde luego queda fuera de toda posible consideración de bien público, o si nos debemos mover más bien en términos de justicia, honor u otras cuestiones de corte más bien moral. Hablo de la formación en baloncesto.

Tenía pensado hablar sobre el tema antes de que corriera como la pólvora la noticia que apunta a una homologación o equivalencia profesional de los títulos de entrenador superior obtenidos en una convocatoria anterior a 2008. Esa era la rama hasta ahora formal de acceder a una formación en baloncesto, la que nos igualaba al comienzo de la carrera y evitaba intrusismo y, a priori, abusos y malas prácticas. Aun así, se trataba de una modalidad formal/informal, pues aunque los requisitos estaban ahí, y eran conocidos por todos, la realidad del baloncesto y la de sus entrenadores impedía que se tratara de cursos convencionales.

Pero la verdad, no venía a hablar del cauce oficial, sino de toda la formación que se imparte por el circuito informal y comercial, un hecho que quiere volverse económico en atención a las características de la oferta pero que muchas veces olvida los condicionantes de la demanda, especialmente de los demandantes y del mercado profesional de entrenadores. Creo que hay un error de base, que es ignorar que el mercado de empleo de entrenadores de baloncesto es todo menos un mercado de competencia perfecta. Además, hay que recordar que no hay elasticidad en la oferta o, mejor dicho, que esta no depende ni del precio ni de la formación de los entrenadores, esto es la productividad.

De ahí que el mercado de formación, por las características del mercado laboral y por el reducido número de entrenadores, al menos en España, que viven de este trabajo, deba ser necesariamente reducido y tienda a la concentración de esfuerzos, energías y activos. Conseguir que una empresa de formación de entrenadores de baloncesto escape de la informalidad, de mecanismos de financiación pseudocaritativos exige de una calidad, unas garantías de certificación y un acceso a esa red clientelar de contactos de la que veníamos hablando, lo que está en manos de muy pocos.

Internet y la cuarentena han sido caldos de cultivo excelentes para la celebración de charlas y la masificación de un hambre natural y elogiable por compartir y aprender. Sin embargo, en el medio plazo, el mercado de la formación responde a las características de todos aquellos en los que el ganador se lo lleva todo: Winner wins it all. La escalabilidad de la producción está al alcance de muy pocos competidores y pasa por ser la única garantía de supervivencia en una red tan pequeña como informal. Así que mi consejo es que esperemos a que nos abran los bares o que nos sumemos a los proyectos que se lo han tomado en serio y los ayudemos a crecer.



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

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