Papá, papá, ¿por qué somos del Madrid?


No sé por qué malgasto cuatro horas de mi vida cada fin de semana siguiendo las idas y venidas de los equipos que dicen jugar en representación del Real Madrid. No sé si lo que veo son impostores que maltratan cada pocos días la historia de mi equipo o si se trata de una pesadilla.

De nuevo escribo en caliente, con el clásico recién terminado. No sé por qué le siguen llamando clásico. Estoy seguro de que el Barcelona no encuentra grandes diferencias entre jugar con el Hércules o hacerlo contra el Madrid. Bueno, sí, una. Que el Hércules le puede ganar.

Yo siempre he creído que entre Boston Celtics y Real Madrid existían muchas similitudes. Son franquicias ganadoras, con mucha historia y con un escudo que pesa. Eso pensaba hasta que vi a 11 jugadores de blanco persiguiendo un balón sin pudor alguno como si fueran Paco y Luis, unos benjamines del barrio intentando recuperar la pelota de mano de unos matones que se la han arrebatado.

Tal vez algunos puedan encontrar parecidos en los puros que fumaban Don Santiago Bernabeu y Red Auerbach. Tal vez algunos crean que el Bill Russell del fútbol durante los 50 y 60 fue Don Alfredo Di Stefano. Tal vez algunos piensen que la Quinta del Buitre es lo más parecido a los Celtics en los 80. Pero no me cabe la menor duda de que ningún miembro de la actual plantilla está a la altura de la camiseta como lo pueden estar los Rondo, Pierce, Allen y Garnett en el caso de Boston.

Los miembros del Big Three de Boston pueden ser acusados de marrulleros, ancianos, bocazas, pero nunca se dudará de su dignidad profesional ni de su orgullo. El pasado junio cayeron, sí, pero lo hicieron con dignidad, mermados por las lesiones y luchando hasta el último segundo. Entonces lloré. Esta noche, en cambio, sólo salieron de mi boca exabruptos y blasfemias ante once jugadores que ganan un dineral y que cuando hacen un partido bien de cada cien reclaman un aumento salarial.

Ramos, Marcelo o Cristiano jamás entenderían la renuncia a cobrar más dinero de Pierce o Allen por defender unos colores y una forma de vivir.

Por no hablar de los Sergio Rodríguez, Velickovic o Tomic. ¿De verdad conoce alguien la responsabilidad que supone portar en el pecho el escudo del Madrid? Os aseguro que Paul Pierce sí que sabe bien lo que es jugar en los Celtics. Y nació siguiendo a los Lakers. Pero esto se aprende o no se aprende.

Y acabo dando la enhorabuena al F.C.Barcelona por ser el heredero del Show Time de Magic, Scott, Worthy y compañía. Y prometo no volver a hablar de fútbol en este modesto blog. Bueno, en realidad no era mi intención hablar de fútbol. Quería hablar de cojones.Quería hablar de los Celtics.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Mi particular Acción de Gracias




Vaya resaca de Thanksgiving ha tenido el presidente Obama. Doce puntos de sutura en el labio por un incidente jugando al baloncesto con familiares y amigos. Para que luego digan que el baloncesto no es un deporte de riesgo.

Pero el objetivo de este post es que, sin pavo de por medio, demos las gracias a tantos grandes jugadores y entrenadores que han contribuido a la grandeza de nuestro deporte.

Siguiendo un orden cronológico no puedo olvidarme de agradecer a James Naismith su brillante ocurrencia al inventar un deporte que se pudiera celebrar “indoor” para pasar los duros inviernos en el noreste americano.

Le quiero agradecer a Maurice Podoloff por ser uno de los principales impulsores de la liga que más horas de sueño me ha quitado, la NBA.

No quiero olvidarme de Bill Russell, por sus once anillos, por su lucha contra la segregación, por introducir el valor de la defensa en el baloncesto y, por supuesto, por jugar en los Celtics.

Y si jugó en los Celtics fue por Red Auerbach. Gracias por todos esos puros consumidos, uno por cada victoria.

Y si Russell fue grande fue porque tuvo enfrente a Wilt Chamberlain. Gracias Wilt, por tener tanto éxito en la cama y tan poco sobre la cancha.

Gracias Jerry West. Por jugar tan bien, por ser el logo de la liga y por permitir, cuando eras el General Manager de Memphis Grizzlies el traspaso de Pau Gasol a los Lakers por casi nada (excepto los derechos de Marc Gasol).

Gracias a la ABA, por haber sido una liga espectacular que nos ha dejado la imagen de los pelos “a lo afro”, los balones tricolor y los mates imposibles de Thompson, Doctor J o George Gervin que luego se integrarían en la NBA.

Gracias a Pedro Ferrándiz por ser un innovador y por ser del Madrid. Junto a él, otros grandes entrenadores fueron poco a poco haciendo al baloncesto europeo un poco más fuerte. Hablo de Sandro Gamba o Aza Nikolic.

Gracias a Magic y a Bird por haber compartido época, por haber rivalizado por ser mejores entrenando duramente cada día y por haber desplegado un baloncesto fantástico e innovador. En este sentido me gustaría agradecerle a Pat Riley que supiera adaptar a los jugadores de que dispuso en aquellos magníficos Lakers de los 80. Si Riley hubiera decidido que deberían haberse centrado en defender no hubiera habido ni rastro del “show time”.

Gracias a todos aquellos mitos que se encontraron con la muerte antes de tiempo. Se os recordará por vuestro juego, pero sois algo más que jugadores de baloncesto. Gracias Drazen, gracias Fernando, gracias Len Bias y tantos otros.

Gracias Antonio Díaz Miguel, por aquella plata de Los Ángeles. Gracias Pepu, por el oro de Japón disimulando a duras penas que estabas hundido por la muerte de tu padre. Gracias Scariolo, por el primer europeo de nuestra historia. Pero, especialmente, gracias a todas aquellas generaciones de jugadores de baloncesto españolas que nos habéis mantenido pegados al televisor cada verano.

Gracias Phil Jackson por demostrar que geometría y baloncesto pueden ir de la mano hasta el punto de llenarla de anillos. Gracias Phil por contribuir a convertir al mejor jugador de baloncesto de la historia en un ganador.

Gracias Michael. No por tu ludopatía confesa o por tu matrimonio frustrado. No por tus defectos fuera de la cancha y sí por ser la perfección sobre el parqué. Gracias por ese rectificado con cambio de mano en el aire ante Los Ángeles Lakers. Gracias por aquella exhibición con 39 grados de fiebre. Gracias por aquel tiro imborrable en el sexto partido del sexto anillo. Gracias por haber convertido al baloncesto en uno de los deportes más populares del mundo. Gracias por habernos hecho soñar que el ser humano puede volar.

Y gracias Andrés, por habérnoslo contado con tu personal estilo.

Gracias a todos por estar ahí perdonando errores y contribuyendo a que este blog sobre baloncesto siga adelante. Me dejo a muchos por falta de espacio, no por falta de merecimiento.


UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Mal día para estar por el campo




Si te gusta el baloncesto como a mí y en una misma tarde puedes optar entre ver en directo la reedición de la última final de la Liga Femenina entre el reforzado equipo salmantino del Perfumerías Avenida y su particular némesis, el siempre poderoso Ros Casares o el pasado duelo por la ACB entre Caja Laboral de Vitoria y Regal Barcelona tranquilamente sentado en el sofá de casa, nada te gustaría más que planear un sábado tranquilo para no perderte ningún detalle. Te lo puedo asegurar.

De haber podido el plan hubiera sido el siguiente. Cojo mi bufanda, mi carné de socio y mi abrigo para dirigirme a Würzburg (pabellón en que disputa sus partidos de casa el Perfumerías Avenida) dispuesto a asistir al definitivo cambio de tendencia en el baloncesto femenino (que puede no ser muy femenino, pero sí que es BALONCESTO y esto va por un comentario del pasado post). Por otra parte, habría indicado a mi padre que hubiera puesto a grabar el duelo en la cumbre de la ACB.

Pero no pudo ser. Ni baloncesto femenino, ni duelo en la cumbre, ni cambio de tendencia, ni polémica arbitral. Y no porque no sucedieran todas estas cosas, que lo hicieron, sino porque me tocó asistir a una salida de campo de las que programa mi facultad con un oportunismo casi místico.

Y me tocó leer crónicas y hablar con gente que sí que estuvo allí. Y en un principio sentí envidia, claro, pero también alegría porque el baloncesto sigue caminando por las sendas que le han convertido en un deporte de nivel y prestigio internacional.

En Würzburg, al parecer, la grada estaba llena y el ambiente era inmejorable. De nuevo, apelando a los comentarios del anterior post, una caldera si no “indianesca” sí al menos con cierto sabor balcánico. Pero no volaron sillas. Fue un partido que decidió el talento de las pívots de Perfumerías y de Belinda Snell, una australiana con hielo en las venas. No sé si se puede hablar de un definitivo cambio de roles, de un golpe en la mesa lo suficientemente fuerte como para hacer cambiar el status quo preestablecido. Lo que sí sé es que se trata de un refuerzo moral muy importante para la fe de las chicas del Perfumerías y, especialmente, para una afición que al finalizar el partido gritaba aquello de “Este año SÍ”.

Y en Vitoria, más de lo mismo, pero con distintos protagonistas. Ricky Rubio debió jugar un partidazo. Fue una lástima perdérmelo porque a mí sí que me hace falta recuperar la fe en este chaval ante tanta crítica que recibe y ante tanto palo que se me infringió, cariñosamente, después de las expectativas que había puesto en él de cara al mundial.

Para desgracia de los valores del juego y de su filosofía los árbitros se convirtieron en protagonistas. Reclamaron su cuota de importancia e Ivanovic acabó en la grada, hecho que espoleó a sus huestes, quienes con coraje y buen juego remontaron hasta 12 puntos en los últimos minutos del partido. Sin duda, toda una demostración de carácter de un equipo que no pasa por sus mejores horas en la competición europea, pero que demostró en un partido importante, que no es cuestión ni de calidad ni de gallardía. Brillaron San Emeterio y Barac. Por lo que he podido leer.

Y ahora vacío mi mochila con los apuntes tomados en el campo sobre diferentes especies arbóreas. Fue una gran tarde de baloncesto. Me alegro por los que la pudisteis disfrutar. Nunca me gustó sentir envidia, así que estaré encantado de que me comentéis cómo fue la histórica tarde de un 20-N que no pasará a la historia como otras, pero que sí permanecerá en la mente de los grandes aficionados al baloncesto, incluso de los que estábamos viendo encinas.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

En clave femenina




Cualquiera pudiera creer que el pabellón de Wurzburg está en una explanada del estado de Indiana si entra en su interior y observa la caldera en que se convierte cada miércoles y cada sábado en que el Halcón Perfumerías Avenida juega en casa.

Precisamente, esta misma noche me he sentido un hoosier más en medio de esa atmósfera de baloncesto, de pasión no exenta de conocimiento y de reconocimiento sincero ante la actuación individual en favor del colectivo.

No sé si Lucas Mondelo estudió de cerca la actuación de Gene Hackman en la ya reseñada película en que un instituto de tradición perdedora se transforma en un equipo triunfador. No es que el señor Mondelo haya llegado, precisamente, a un equipo históricamente lastrado por el fracaso. Lo que sí es cierto es que Ros Casares y el resto de grandes equipos de Europa no se ven ya como esos hombres del saco con que se asustaba a los niños para que durmieran. No precisamente.

Esta noche el equipo salmantino ha ganado por 27 puntos de ventaja a un equipo que llegaba con un gran cartel. Silvia Fowles, la Shaquille O´Neal del baloncesto femenino se ha visto dominada por Sancho Lyttle, la caribeña que juega con la intensidad de un Dennis Rodman y con el talento de un Kevin Garnett.

Y siento hacer símiles con jugadores. En una época de constante reclamación de igualdad de derechos y de capacidades el baloncesto femenino aún es coto privado de ciudades medianas, de mercados pequeños y de aficiones noveles.

Sin embargo, la exhibición defensiva tanto en intensidad como en comunicación, la buena gestión de los contraataques y de los estáticos y el equilibrio entre juego interior y exterior bien merecen pagar por ser socio de este club.

Hoy se ha dado un golpe sobre la mesa. Sin embargo, estoy seguro de que entrenador, jugadoras y afición desean más. Talento, actitud, buena gestión y ambición sobran. Ahora sólo hace falta que desaparezca finalmente el complejo de inferioridad que otros años nos relegó a una honrosa, pero amarga, segunda posición en diferentes grandes campeonatos.

Es momento de dar un paso adelante y de hacer ver que el baloncesto no entiende de género, que lo juegan cinco personas por equipo y que, en todo caso, es el balón entrando en la red el que marca la diferencia.

Buenos augurios

13 de noviembre. P.P. Trinitarios-Fernando de Rojas. 12 meses y 1 semana después se repite el emparejamiento con el que debutamos el año pasado.

En estos 372 días han cambiado muchas cosas. De los once jugadores que integraban nuestra plantilla el año pasado ahora siguen siete. Nuestros líderes y jugadores más carismáticos han cambiado de categoría, aunque muchos de ellos siguen ligados a nuestra causa ayudándonos, incluso, a completar entrenamientos con diez jugadores (gracias David Díaz).

A estos siete jugadores se añadió un refuerzo de calidad, Jose, que nos aportará anotación y rebote bajo los tableros. Su adaptación ha sido sorprendentemente rápida y todos estamos encantados con su presencia.

El grupo destaca por su cohesión, por el compañerismo, por el buen nivel medio y por estar muy compensado entre juego interior y exterior. En general, me preocupan pocas cosas en relación con la gestión del grupo porque son chicos modélicos que saben funcionar colectivamente. Sin embargo, ninguna personalidad destaca sobre el resto y a lo mejor, en determinados momentos, podemos echar de menos la figura de un líder.

Pero incluso este aspecto es trabajable y mejorable. En ocasiones, incluso, puede ser el entrenador quien ejerza este papel (a lo Red Auerbach o incluso Pat Riley en su época de los Knicks). Pero yo no fumo puros ni visito asiduamente clínicas de cirugía estética para estirarme la piel. Mi deseo es que el rendimiento en la cancha hable y que a base de defensa, esfuerzo y anotación en momentos difíciles un jugador se erija como esa referencia a la que los otros escuchen cuando tenga algo que decir y al que le entregaremos el balón en los momentos más delicados.

Deportivamente, y no debería dar pistas a los rivales, adolecemos de tiro de larga distancia y de mentalidad de contraataque. Tenemos toda la temporada para mejorar en estos aspectos.

Defensivamente gozamos de gran actitud y compromiso. Nuestro sistema de ayudas funciona por la solidaridad intrínseca del grupo, pero a veces nos olvidamos que la principal responsabilidad en una defensa individual es de cada uno y permitimos excesivas penetraciones.

Realmente estoy jugando a hacer hipótesis. Lo único real es que jugamos mañana contra el mismo rival contra el que debutamos la pasada campaña. Lo único cierto es que acabamos ganando el trofeo provincial. Lo único que sabemos es que dependerá de nosotros el que la historia se repita. No es cuestión de suerte o azar, aunque sí de estar en el lugar adecuado en el momento justo. Y para no faltar con nuestra cita final no deberemos olvidar nuestras citas puntuales con los entrenamientos y con la mejora diaria.

Como diría Sigmund Freud: “He sido un hombre afortunado; en la vida nada me ha sido fácil”.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Tras la primera en la frente, la segunda por el c...





Siento ser tan implícitamente explícito, pero no puedo evitarlo. En apenas 17 días los Celtics han dado dos golpes sucesivos sobre la mesa de los Heat.

Si el pasado 26 de octubre, en uno de los “Opening Match” más esperados de la historia de la liga, los Celtics demostraron que son un equipo mucho más trabajado y con una mayor profundidad en su rotación interior esta pasada noche, en el extremo sur del estado de Florida, los Heat se han mostrado incapaces de frenar al Big Three de Boston y a su particular quarterback, Rajon Rondo.

Los de Boston, con Shaq recién recibida el alta médica, con Jermaine fuera por una lesión de rodilla y con Perkins que no regresará hasta febrero, supieron frenar tanto a Wade como a Bosh hasta el punto de que Miami parecía tan solo una nueva versión de los Cavaliers en la que cuatro jugadores se remiten a ver jugar a Lebron y a meter los tiros abiertos (ayer para su suerte estuvieron acertados Haslem y House porque si no...).

Que el Big Three de Boston funcionara nada más empezar se debe, en gran medida, a la personalidad y las aptitudes baloncestísticas de sus miembros. Miami necesitará mucho más tiempo. Dos de sus jugadores necesitan acaparar juego, mientras que el tercero en discordia, Chris Bosh, carece de capacidad de liderazgo y de intensidad defensiva. Para Doc Rivers, todo fue mucho más sencillo pues a su disposición se pusieron tres veteranos que dejaron el egoísmo en el cajón donde se guardan las viejas fotografías.

Garnett es una referencia dentro y fuera del campo de un calibre que Bosh ni siquiera puede soñar. Llegó prometiendo trabajo, no títulos. Además, trajo a Boston una actitud defensiva de la que se contagiaron todos sus compañeros. Nadie, antes de 2007 se creería el nivel defensivo que desde entonces han desplegado Ray Allen o Paul Pierce. Y es que el otrora ídolo de los Timberwolves es un verdadero líder. Su “trash talking” puede generarle enemigos y sus salidas de tono le pueden costar más de una técnica, pero nadie puede dudar de su ética de trabajo. El “5” de los Celtics será, siempre, el primero en llegar a entrenar y el último en irse.

Bueno, eso si al entrar al pabellón no se encuentra con un tal Ray Allen tirando tiros desde todas las posiciones o trabajando el acondicionamiento de sus piernas, esos muelles que le elevan con sutileza divina para encestar esas magníficas suspensiones. El gran Jesus Shuttlesworth en “He Got Game” encestó 7 triples de 9 intentos y anotó dos tiros libres decisivos en la victoria de anoche. Ofrece una gran versatilidad al juego de los verdes y su juego sin balón se complementa perfectamente con la mayor necesidad de tocar bola del otro miembro del Big Three.

Paul Pierce no sabía qué iba a ser de su futuro en aquel verano de 2007. Sin embargo, las oportunas llamadas de Danny Ainge comunicándole quiénes iban a ser sus compañeros le hicieron ver que se retiraría como un Celtic. De hecho, la pasada semana se convirtió en el tercer jugador de esta histórica franquicia en anotar 20.000 puntos vestido de verde tras dos leyendas del calibre de John Havlicek (Hondo) y Larry Bird. Quizá no sea tan trabajador como los otros dos, pero cada verano se cuida para llegar al training camp presentando un peso adecuado. El “34” tiene clavado en su mente el séptimo partido de las pasadas finales y, desde entonces, desea venganza. Anoche, para empezar, dejó un recadito vía twitter parafraseando aquella famosa frase de Lebron cuando anunciaba su fichaje por los Heat: “It´s been a pleasure to bring my talents to South Beach”

En definitiva un 2-0 provisional para los Celtics que se han mostrado como el equipo a batir en la Conferencia Este. Todo ello con el trabajo, la humildad y el compañerismo como banderas a enarbolar. Por separado pueden ir más rápido, pero juntos llegarán más lejos.

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V.I.H.



Tal día como hoy, hace 19 años, se produjo uno de los acontecimientos más importantes de la historia del deporte. Uno de los mayores genios del deporte del baloncesto y, sin duda, hasta la fecha, el mejor base que ha jugado a este juego, anunciaba su retirada por haber sido contagiado con el VIH y por haber desarrollado un cuadro de sida.

Con sus 2,03 metros y su eterna sonrisa fascinó a todos los aficionados, incluidos los de su archienemiga franquicia de los Celtics, y consiguió cambiar el destino de una liga que atravesaba, a su llegada, uno de los períodos más negros por la mala gestión de los comisionados y por la ausencia de talento a pesar de la reciente fusión con la ABA.

No tuve la suerte de vivir su época dorada, de ver sus cinco anillos, su dominio táctico y sentimental de un juego al que añadió una nueva dimensión. Lamento no haber seguido en directo aquellos años 80 en que la rivalidad Celtics-Lakers marcaba el devenir de la competición. Magic y Larry abrían los periódicos deportivos sólo para conocer qué habían hecho sus máximos rivales y cada junio se citaban para el siguiente, para verse en las finales, algo que hicieron sólo en 3 ocasiones con dos victorias para Los Ángeles y una para Boston (por la dura competencia de Detroit en el este y de Houston en el oeste).

Pero ya desde finales de los años 80 sonaban campanas de funeral para estos dos jugadores y sus franquicias. Los Pistons dominaban el este y vencerían en dos ocasiones a los Lakers en las finales. Aquel 7 de noviembre de 1991 Larry Bird era ya una mala imitación de lo que había sido por sus fuertes dolores en la espalda. Magic venía de perder la final de la anterior temporada ante unos Bulls que habrían de tomar el testigo de la hegemonía baloncestística de la mano de Michael Jordan, pero nadie esperaba lo que Magic habría de decir en aquella rueda de prensa ofrecida en directa por la CNN.

Y si durante años emocionó a todos los seguidores de baloncesto, entonces se hizo el silencio. Si ahora el sida es una enfermedad comúnmente reconocida y con la que conviven cientos de miles de seres humanos, hace dos décadas suponía además de una enfermedad casi mortal, un estigma para todo aquel que la contrajera. Por eso la sonrisa de Magic se desvaneció, por eso miles de llantos invadieron las casas de todo el mundo, sobre todo los de aquellos niños que no podían entender cómo su ídolo no estaba inmunizado ante este tipo de afección que sólo debería afectar a la gente normal.

Pero es que Earvin Johnson siempre fue un chico normal del medio oeste norteamericano. Un chico normal al que le fue concedido un don que tuvo el placer de compartir con todos nosotros. Pero sólo, y al fin y al cabo, un chaval que dejó amigos por el camino y que dedicará el resto de su vida a luchar contra esta enfermedad que, si bien para alguien con sus ingresos no es mortífera, sí que lo es en aquellos lugares donde no existen los mismos niveles de detección precoz y de disposición de retrovirales.

Por eso, me gustaría saber, lo que supuso para vosotros la figura de Magic hayáis podido, o no, seguir su carrera en directo. Algún día hablaré de su genial carrera y de sus contraataques. Hoy, por ser la fecha que es, tocaba hablar de cuando Johnson nos emocionó vestido de traje y sin aquella mítica y perenne sonrisa.



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Glory Road



Aprovechando la festividad del 1 de noviembre y mientras planchaba la ropa acumulada de la semana decidí acompañar la ardua y repetitiva tarea con el visionado de una película con el baloncesto como telón de fondo y la segregación racial como leitmotiv.

Glory Road es la historia (real) de un equipo de una modesta universidad afincada en El Paso en la que el Fútbol Americano es el principal reclamo, mientras el baloncesto apenas se abre camino entre la maleza. En este tradicional college va a aterrizar el anterior entrenador de un equipo femenino con la intención de crear un proyecto ganador. Don Haskins falleció hace apenas dos años y forma parte del Hall of Fame del baloncesto universitario, pero entonces, en aquel 1967, arriesgaría más que su propia carrera trabajando por aquello en lo que cree.

Ante la dificultad para reclutar buenos jugadores, Don Haskins extendió sus miras a lugares lejanos y no se limitó a jugadores blancos para su proyecto ganador. La inclusión de siete jugadores de raza negra convulsionó a la conservadora y republicana Texas.

Los años 60 fueron una época difícil, pero por fortuna supusieron el necesario punto de inflexión en la tendencia xenófoba que caracterizaba al país especialmente en su sector más meridional. Gracias a la actuación de grandes líderes como Martin Luther King y otros activistas del conocido como “black power” la minoría negra empezó a tener voz y a ser respetada. Sin embargo, muchas veces se ha infravalorado la labor de jugadores como Elgin Baylor, Bill Russell o Wilt Chamberlain y su contribución a la recuperación de la autoestima de toda la sociedad afroamericana. Ellos, los jugadores negros, pasaron penurias pero supieron reponerse y demostrar que en la cancha, si había una raza superior, ésa era la afroamericana.

El equipo de Western Texas que se refleja en la película fue un caso paradigmático de tolerancia y respeto en el interior del vestuario y de autoafirmación hacia el exterior. Sin duda, la figura de Don Haskins, representado por Josh Lucas, fue clave para mantener la unidad necesaria y el enfoque en lo único que de verdad importaba por encima de vejaciones y amenazas: el baloncesto.

Para los amantes del baloncesto decir que aparecen figuras míticas de nuestro deporte como Jo Jo White (mítico escolta de los Celtics básico en los anillos del 74 y del 76), Pat Riley (drafteado tanto para la NBA como para la NFL) o Adolph Rupp mítico entrenador universitario de la no menos mítica Universidad de Kentucky.

Sólo me queda invitaros a disfrutar con la temporada 1966-1967 de uno de los equipos más sorprendentes de la historia del baloncesto universitario al que sólo se pueden equiparar Villanova 1985 y Butler 2010 en cuanto a la magnitud de su proeza. No se puede catalogar como una gran película, pero sí puedo afirmar que es entretenida y que está bien rodada. Lo mejor, sin duda, la historia que se relata.

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Hasta cuándo esta injusticia



¿Qué tienen ellos que no tenga yo? No quisiera imaginarme a Pau Gasol mirándose en el espejo cada mañana tratando de cuadrar el círculo para entender por qué no fue el MVP de las finales o por qué no apareció en ninguno de los dos primeros quintetos de la temporada pasada.

¿Qué tienen Dwight Howard, Amare Stoudamire o Dirk Nowitzky para ser elegidos por delante de Pau en la elección del mejor quinteto?

De Dwight, tal vez, puede envidiar sus músculos o su sonrisa. De Dirk, quizá, su tiro tras finta desde todas las posiciones y de Amare la suerte de haber jugado con Nash tantos años. Pero, sinceramente, no creo que sean motivos de peso como para quedar por detrás de ellos en la votación al mejor quinteto.

Si invertimos la cuestión y nos preguntamos qué tiene Pau que no tengan ellos los argumentos fluyen cual lava en el Strómboli. Para empezar, el palmarés de Pau con su selección es superior al de todos salvando el hecho de que Howard es campeón olímpico. Pero Gasol es campeón y MVP de un mundial.

Y qué decir de los anillos. Pau luce uno en cada mano. Nowitzky y Howard han disputado una final y la perdieron y Stoudamire tan sólo ha podido jugar una Final de Conferencia.

Por no hablar de la capacidad de pase mediocre, cuanto más, de estos tres jugadores a años luz de la visión de juego del catalán. Y no quiero olvidarme de los movimientos en el poste bajo porque a pesar de los esfuerzos de Pat Ewing y Hakeem Olajuwon el repertorio de D12 no se puede comparar a los ganchos, reversos y fintas de Gasol.

Me dirán algunos que las estadísticas de estos jugadores son más brillantes, que lucen más. Pero la influencia de Pau Gasol en el juego va mucho más allá de lo que puedan decir sus números. Pau sube su juego cuando el equipo le necesita y es un gran compañero. Si le solicitan que pare a Howard en las finales de 2009 lo hace. Si tiene que recoger todos los rebotes de los tiros fallados por Kobe en el séptimo partido de 2010 lo hace.

Analicemos, si no, las estadísticas de Gasol en cuatro partidos clave para la eliminatoria ante Boston Celtics que, curiosamente, acabaron con victoria para los angelinos.

Primer partido, siempre clave para sentar las bases de lo que finalmente será la eliminatoria. Pau Gasol hace 23 puntos en 14 tiros con 14 rebotes y 3 asistencias. Kobe hace un muy buen partido pero necesita 22 tiros para hacer 30 puntos 7 rebotes y 6 asistencias.

Tercer partido. Los Lakers llegan a Boston tras haber perdido la ventaja de campo en el segundo partido. Gasol hace un 13-10-4 con 11 tiros, mientras que Kobe en uno de sus mejores partidos hace 29 puntos en 29 tiros que acompaña con 7 rebotes y 4 asistencias.

Sexto partido. Todo o nada para los Lakers que pierden 3-2 en la eliminatoria. Pau Gasol 17 puntos 13 rebotes y 9 asistencias con sólo 14 intentos a canasta. Kobe meterá 26 puntos en 19 intentos y, eso sí, cogerá 11 rebotes dando sólo 3 asistencias.

Séptimo partido. Tras más de 100 partidos la temporada toca a su fin y existe la posibilidad de que todo el trabajo previo no haya servido para nada. Gasol domina el partido en ambas zonas y consigue 19 puntos y 18 rebotes con 16 tiros y repartió 4 asistencias además de poner 2 tapones en un partido durísimo. A Kobe le pesó la presión y se queda en 23 puntos con sólo un 25% de acierto. No es precisamente el partido que firmaría alguien que quiere ser una leyenda. Pau ganó el partido y se echó al equipo a las espaldas. Sin embargo, sería la mamba quien se alzaría con el trofeo de MVP de las finales porque Dios lo quiso así o porque su carné de identidad dice que se llama Kobe Bryant y es de Philadelphia, mientras que en el DNI de Pau pone que es de Sant Boi. Cosas que tiene la vida.

En fin, que no debe ser fácil jugar tan bien al baloncesto y recibir tan poco reconocimiento en tu país de acogida. Desde aquí quiero que elevéis la voz y reivindiquéis que a Pau se le reconozca todo lo que ha conseguido gracias al talento innato y al trabajo en silencio que tanto ha criticado Phil Jackson en público. ¿De verdad alguien se cree que se puede jugar como Pau Gasol sin entrenar duramente?


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