Diario de un encierro. Día XLI





Lo que tiene de ciencia, lo tiene de tómbola. 


Hoy traigo sentimientos contradictorios. Por un lado, dos amigos parecen estar cerca de llegar a un acuerdo con su club y renovar con ciertas garantías, y me alegro un montón por ellos. Por otro, no un amigo, pero sí un gran tío al que estaba empezando a conocer, anuncia que sale de un club en el que ha conseguido los objetivos a base de ganar, ganar y volver a ganar. No conozco los motivos, pero este es el fino hilo de una profesión con contratos anuales, resultados basados en un alto porcentaje en el azar y en otros aspectos incontrolables y en la que es más fácil pulsar el botón de cese que el de la gestión y el replanteamiento.

Avanzada ya la cuarentena, cuarenta y un días reza este diario, la primera pregunta que me hago es si me gusta tanto, sí, si me gusta tanto esto. Me siento incapaz de mirar con lupa los detalles, será que soy un amante de las abstracciones, aunque baje a lo concreto para describir el estado de las cosas, y el del alma. En mi caso, cuando el sabio señale a la tierra, a un fantástico crossover, a un magnífico hip swivel o a un pronunciado sweep and Sway, seguramente me coja mirando a la Luna, ¿no era así la fábula de la necedad?

De pequeño, el tercer trimestre era siempre el de la geometría. Había que montar sólidos en tres dimensiones de distintos poliedros o figuras de revolución, creo que las llamaban así. Y pintar mediatrices, bisectrices a rotring, para que equivocarse fuera la gran hijoputada de aquellos tiempos, vaya usted a saber por qué. Lo cierto es que era el trimestre que menos me gustaba, un doble por aquí, recorte por allá, haga así con el compás, pinche usted aquí. Y ostrás, será porque nos acercamos a mayo y estamos inmersos, precisamente, en el tercer trimestre, pero no veo más que triángulos, bisectrices y ángulos agudos y obtusos en muchos de los clínic que sigo.

Y bueno, si a cambio establezco relaciones, me empapo de un deporte que discurre en paralelo de la historia de muchos países, especialmente Estados Unidos, que pone ante el espejo al hombre y todos sus debilidades, pues me place, me gusta y hasta me siento realizado sacando del estuche la escuadra y el cartabón. Pero ni la deriva matemática ni la arbitrariedad nada creativa ni sesuda con la que discurren muchos directivos me atrae demasiado. Y eso que suelo caerle bien a las abuelas.

Porque mis amigos, los que renuevan, han hecho un trabajazo y es justo que sigan y los consideren parte importante del proyecto, pero el tío al que no renuevan, vaya usted a saber por qué, también, he sido testigo de ello. En fin, brindo por ambos, por que los primeros sigan dándole un sentido al día a día y trabajando con ilusión en el desarrollo de individuos y colectivos, en ese orden bajo mi punto de vista, y por que el segundo encuentre una segunda casa, donde lo quieran un poquito mejor, o por que lo mande todo al pairo y sea más feliz.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

0 comentarios:

Publicar un comentario