Ellas también la saben meter (I)



Cynthia Cooper


Basta que mañana sea ocho de marzo, Día Internacional de la Mujer, para que el autor de este blog, se haya decidido a incorporar una nueva sección en la que pretende repasar, con mejor o peor fortuna, la carrera de las mejores jugadoras de baloncesto de la historia. Conste en acta que aborrezco todo este tipo de conmemoraciones pues su mera existencia pone de manifiesto la existencia de una grieta en el sistema de relaciones entre hombres y mujeres al que deberíamos dotar no sólo de igualdad, sino también de normalidad.

Os preguntaréis: ¿Por qué Cynthia Cooper y no Lauren Jackson, Tina Thompson, Seryl Swoopes, Lisa Leslie o, tal vez, Sue Bird? Pues por aquello de empezar por el principio. Y es que en el primer día de la creación, antes de que nada existiera y ya seáis escépticos o ateos, (del baloncesto profesional femenino) el Dios (tal vez la Diosa) de la canasta hizo a Cynthia Cooper.

Aunque nacida en Chicago, Cynthia crecería en Los Ángeles junto a su madre y sus siete hermanas después de que su padre abandonara el hogar cuando ésta tenía seis años. Gracias a su impresionante capacidad atlética e, inspirada por el ejemplo de su progenitora, la señorita Cooper destacó pronto en diferentes deportes cosechando importantes éxitos tanto en atletismo como en baloncesto durante su época de instituto.

Con la intención de permanecer cerca del núcleo familiar, Cynthia desecharía varias becas de las mejores universidades del país para aceptar la que le ofrecía la Universidad de California del Sur. Pero pronto llegaron los triunfos para “The Women of Troy”, sobrenombre con el que son conocidas las integrantes de cualquier disciplina deportiva de esta universidad en honor a la obra de Eurípides y en correspondencia con los trojans, los chicos del mismo college.

Tres Final Four y dos títulos. Camiseta retirada en el Galen Center. Un recuerdo imborrable entre sus contemporáneos. Fotos y trofeos que jamás abandonarán los edificios del campus. Un palmarés para ser indiscutible número 1 del draft. Sí, pero, ¿de qué draft? En los años 80 no había liga profesional americana. Fue éste, la creación de la WNBA, un logro reciente, otro “milestone” que las mujeres han alcanzado por derecho propio. Un logro a medias pues no debemos olvidar que esta liga es la hermana pobre de la NBA. No en vano se juega en verano ante audiencias muy modestas. Pero ésta es otra cuestión.

No le quedaban muchas opciones a Cynthia y ella, valiente y decidida, no dudó ni un segundo antes de preparar su maleta y tomar un avión rumbo a Europa. Me la imagino en las escaleras de acceso a la nave gritando aquello de “Valencia, Here we go!” Y es que fue en la capital del levante español donde fue a parar la talentosa jugadora de Chicago para firmar unos portentosos 36,7 puntos por partido que la harían acreedora de un pasaporte para la potente liga italiana en la que militaría hasta 1997, fecha de inicio de la WNBA en la que decide regresar.

Cuando ya dominaba el idioma y toda vez que Parma era ya como su segundo hogar, Houston se convirtió en su nuevo destino. Y como si de un cometa se tratase, el equipo liderado por Cynthia Cooper y en el que también destacaban una joven Tina Thompson y Sheryl Swoopes, conquistaría los cuatro primeros campeonatos. En todos ellos Cynthia fue elegida MVP de los playoffs y en los dos primeros sería también premiada con el galardón a la mejor jugadora de la temporada. Todo ello tras una carrera en Europa de más de once años y bien entrada en la treintena. Da miedo imaginar el grado de dominio que habría ejercido sobre la liga de haber llegado a ella a una edad más temprana. 



Pero la historia es la que es y nos dice que, además de todos estos triunfos a nivel de club, hay que añadir la medalla de oro que se colgó en Seul en los Juegos Olímpicos de 1988, su entrada en el Hall of Fame en 2010 y su nombramiento, indiscutible, como una de las mejores 15 jugadoras de los primeros 15 años de historia de la liga profesional norteamericana. Y un mérito añadido, como todo poseedor del secreto, también Miss Cooper mejoraba sus prestaciones en los playoffs. Amaya Valdemoro fue testigo directo.

A punto de cumplir 50 años Cynthia Cooper es, hoy, una obstinada entrenadora de baloncesto y, especialmente, una madre, con mayúsculas, para sus hijos. Le basta con seguir el ejemplo de la suya, fallecida tras el segundo campeonato después de perder la batalla que le planteó un cáncer de mama. Le basta con mirar fijamente la foto de la mesilla en la que aparece, sonriente, la señora que cuidó de ella y de sus siete hermanos, la misma que le infundió el valor necesario para triunfar en un deporte, el baloncesto, al que se juega con la cabeza pero, sobre todo, con el corazón. El que se dejó sobre el parqué en su camino hacia la gloria. Como cuando anotó 42 puntos poco después de conocer que su compañera de equipo Kim Perrot no superaría un cáncer de pulmón.



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

2 comentarios:

Mo Sweat dijo...

Buen post, dedicado a la gran Cynthia Cooper... Parece que nos hayamos puesto de acuerdo con la temática de nuestros últimos posts.

Creo que a Cynthia nunca se la ha valorado tanto como merecía... Recuerdo cuando comenzó la WNBA, como se promocionaba a jóvenes valores como Leslie, Lobo o Swoopes y de entrada nunca se mencionaba tanto a Cooper... Pero ella consiguió revertir todo eso y se convirtió en la mayor heroína del primer lustro de historia de la mejor liga de baloncesto femenino del mundo.

Saludos.

JJ Nieto dijo...

Pues me vas a perdonar Mo, pero no había seguido la temática mujeres. Me tienes abducido con tu genial trabajo sobre los mejores pívots (el cual recomiendo, echad un vistazo a FO FO FO... (Moses take us to the promise land). Un saludo.

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