El que lee mucho y...





Nada como viajar para quedar agotado y rendirse a los placeres cotidianos de una cama bien hecha o un café de sabor conocido. Nada como situarnos en otras coordenadas para mirar nuestro pequeño mundo con la perspectiva que merece, sin el hastío de lo hollado hasta el extremo ni el orgullo cateto y caricaturesco del que en ocasiones hacemos gala presumiendo de carácter o plaza mayor. Diez días a caballo entre San Fernando y Valencia me han recordado que he de hacer las maletas más a menudo, abrir mis humildes ventanas al aire de otras latitudes, al aroma de otros árboles y plantas, al sol de otros terruños.

Las recientes experiencias en el Campeonato de España de selecciones autonómicas de minibasket, como entrenador ayudante de Rafael Gil (con Elí Bayón y Cris, fundamentales también en el equipo), y en el Valencia Basketball Challenge, acompañado de Rodrigo Valladares al frente del Cadete “A” del Club Baloncesto Tormes han hecho más por mi conocimiento del baloncesto que muchos clínics a los que he acudido, que muchas horas de lectura en la soledad de mi "batcueva". Sobre todo porque una vez más se ha vuelto a demostrar que si el “qué” es importante, el “cómo” lo es mucho más.

En estos días he terminado de comprender la importancia de detalles que hasta ahora se me escapaban, que no estaban integrados en el concepto que tenía de “entrenador”, muy obsesionado con lo técnico y lo táctico y no con los matices que, a la postre, pueden hacerte ganar (o perder) un partido. También he adaptado al alza mi umbral de exigencia, insuficiente para los niveles de competición que te encuentras cuando rebasas los límites de la Meseta y te enfrentas con rivales más altos, más rápidos y más fuertes: todo nivel de atención y concentración es insuficiente, siempre puedes reaccionar una milésima de segundo antes –o anticiparte, que es aún mejor. De igual manera, he comprendido que la definición de los roles es también esencial en minibasket, al menos si el objetivo es competir y funcionar como un equipo armónico. Los chicos son los primeros que lo entienden.

También he terminado de convencerme de que el tiro es el fundamento esencial, aunque el pase nos encante a todos los entrenadores (con razón) y un jugón pueda levantar él solo un pabellón. El tiro y el rebote, una fase del juego que puede multiplicar (o dividir) el número de tus posesiones, golpear (o ser golpeado) anímicamente y del que depende el dominio del ritmo del partido. Y la defensa, por supuesto, que en mini se basa principalmente en ganar batallas individuales con el par, ser más rápido, o más listo, que el que tienes enfrente y quiere meter canasta. En eso y en ser más duro, también es verdad, pues el arbitraje tiende a ser permisivo, quizá por encima de lo que necesitarían chicos de doce años. Pero vuelvo a la importancia del tiro para autocensurarme y censurar a todos aquellos que se quejan de que sus equipos han fallado muchos tiros debajo del aro o en buenas posiciones. Tal vez nos saltamos el primer paso en su formación. Desde luego, tras enfrentarme a varios equipos durante el campeonato y el torneo posterior, creo que es en esta área donde más cojeamos en nuestra comunidad respecto de otras escuelas, principalmente la catalana.

Regreso a casa más convencido de la importancia del entrenador, pero también, al mismo tiempo y sin que quepa hablar de una paradoja, de que el verdadero protagonismo es de los chicos, tengan la edad que tengan. Eso hace que me relaje, que relativice mi posición y mi protagonismo. Este año, gracias al contacto con grandes entrenadores y a las vivencias acumuladas, he comprendido que la presión para un entrenador se termina cuando el balón es lanzado al aire y que, en el partido, aunque debamos aportar soluciones, poner luz allí donde los jugadores solo ven oscuridad, lo que debemos hacer es disfrutar y dejar disfrutar. En ese proceso estoy, aunque a veces me tropiece con el mismo trozo de cuarzo o granito. Aprendiendo de forma acelerada gracias a estas oportunidades que me han brindado la federación regional y mi club.



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

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