Glory Road



Aprovechando la festividad del 1 de noviembre y mientras planchaba la ropa acumulada de la semana decidí acompañar la ardua y repetitiva tarea con el visionado de una película con el baloncesto como telón de fondo y la segregación racial como leitmotiv.

Glory Road es la historia (real) de un equipo de una modesta universidad afincada en El Paso en la que el Fútbol Americano es el principal reclamo, mientras el baloncesto apenas se abre camino entre la maleza. En este tradicional college va a aterrizar el anterior entrenador de un equipo femenino con la intención de crear un proyecto ganador. Don Haskins falleció hace apenas dos años y forma parte del Hall of Fame del baloncesto universitario, pero entonces, en aquel 1967, arriesgaría más que su propia carrera trabajando por aquello en lo que cree.

Ante la dificultad para reclutar buenos jugadores, Don Haskins extendió sus miras a lugares lejanos y no se limitó a jugadores blancos para su proyecto ganador. La inclusión de siete jugadores de raza negra convulsionó a la conservadora y republicana Texas.

Los años 60 fueron una época difícil, pero por fortuna supusieron el necesario punto de inflexión en la tendencia xenófoba que caracterizaba al país especialmente en su sector más meridional. Gracias a la actuación de grandes líderes como Martin Luther King y otros activistas del conocido como “black power” la minoría negra empezó a tener voz y a ser respetada. Sin embargo, muchas veces se ha infravalorado la labor de jugadores como Elgin Baylor, Bill Russell o Wilt Chamberlain y su contribución a la recuperación de la autoestima de toda la sociedad afroamericana. Ellos, los jugadores negros, pasaron penurias pero supieron reponerse y demostrar que en la cancha, si había una raza superior, ésa era la afroamericana.

El equipo de Western Texas que se refleja en la película fue un caso paradigmático de tolerancia y respeto en el interior del vestuario y de autoafirmación hacia el exterior. Sin duda, la figura de Don Haskins, representado por Josh Lucas, fue clave para mantener la unidad necesaria y el enfoque en lo único que de verdad importaba por encima de vejaciones y amenazas: el baloncesto.

Para los amantes del baloncesto decir que aparecen figuras míticas de nuestro deporte como Jo Jo White (mítico escolta de los Celtics básico en los anillos del 74 y del 76), Pat Riley (drafteado tanto para la NBA como para la NFL) o Adolph Rupp mítico entrenador universitario de la no menos mítica Universidad de Kentucky.

Sólo me queda invitaros a disfrutar con la temporada 1966-1967 de uno de los equipos más sorprendentes de la historia del baloncesto universitario al que sólo se pueden equiparar Villanova 1985 y Butler 2010 en cuanto a la magnitud de su proeza. No se puede catalogar como una gran película, pero sí puedo afirmar que es entretenida y que está bien rodada. Lo mejor, sin duda, la historia que se relata.

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

3 comentarios:

Explorador dijo...

Apuntada. Recuerdo entrevistas en las que se valoraba a Russell más por cómo consiguió lo que consiguió que por su número de anillos. Y es una buena manera de verlo. El deporte es una buena manera de valorar por igual a todos, cuando ves la excelencia en algo que aprecias, te da igual todo lo demás. Ya te contaré si me gusta ;)

Un saludo.

Tòfol Ferriol dijo...

Juanjo, acabo de ver la peli. No está nada mal. Es interesante ver como un entrenador es capaz de arriesgar por lo que cree, i no dejarse llevar por lo que piensan los demás, sobretodo en la época en que ocurrió. La verdad, que vivirlo deberia ser la reostia.
siempre me sorprndes.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

A mí me gustó mucho. Sin duda la mejor película sobre baloncesto que he podido ver y creo que las he visto todas. Una gran historia y muy bien contada. Abrazos.

NCAA fan

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