Reverdecen los tréboles




Hay una regla no escrita que planea sobre la atmósfera de los despachos físicos y virtuales de la NBA que dice que el equipo que recibe al mejor jugador es, a la postre, el ganador del intercambio. En sencilla aplicación de esta norma los Boston Celtics son los ganadores de la noche tras adquirir a Kyrie Irving a cambio de Isaiah Thomas, Jae Crowder, Ante Zizic y la primera elección de Nets en el próximo Draft.

Un precio demasiado elevado, tal vez. Menos si tenemos en cuenta que el pequeño base, ahora de los Cavaliers, pretende pedir el máximo salarial al final de la temporada y que Jae Crowder, un efectivo complemento en estos años en Boston, estaba cerrando el camino a dos jóvenes perlas con un potencial muy superior al del alero saliente: Jaylen Brown y Jayson Tatum. Duele, si acaso, ver escapar esa próxima elección del draft, alta a buen seguro si el rendimiento de los Nets resulta tan pobre como se espera.

Entiendo la apuesta de Ainge, sembrador paciente estos últimos cinco años, pero con ganas de reunir al fin un equipo que no se contente con ser finalista de conferencia. Con Irving libre de ataduras y con un sistema, como el de Boston, que, sin interiores de verdad, genera buenas oportunidades para los exteriores, pocos ataques de la liga aspiran a ser tan eficaces. Acompañado de un perro de presa como Smart, de ese culmen de la eficiencia ofensiva que resulta ser Gordon Hayward, de un cuatro abierto correcto como Morris y de Al Horford, un base encerrado en el cuerpo de un pívot, Irving no tiene excusas para no “explotar” con una temporada próxima a los treinta puntos por encuentro y el ejercicio de un liderazgo que ya ejerció al frente de la selección norteamericana en ausencia de Durant y James durante el Mundial de 2014.

La llegada del ex jugador de Duke incrementa al mismo tiempo el atractivo de la franquicia, un valor difícil de medir pero que se está comportando como factor clave a la hora de formar equipos ganadores. Que el talento llama al talento es más evidente que nunca en esta época de inflación salarial a pesar de los intentos de la NBA por frenar esta tendencia a la “conglomeración”. Irving puede ser la antesala del hombre grande llamado a culminar el renacimiento de la franquicia, el definitivo reverdecer de laureles y tréboles que los Celtics llevan preparando a fuego lento durante años.




UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

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