Cuentos de la Alhambra (IV)



OBSESIONES

¿Qué fue del tiempo? Me da bastante apuro confesarles que tengo veintiocho minutos para redactar, publicar y difundir esta pieza de diario antes de dejar la maleta en el autobús, acudir puntual a la cena y dedicarle unos minutos a preparar el partido de mañana. El tiempo se me revela una vez más como la dimensión rectora de nuestra existencia. La inmensidad de Sierra Nevada queda en nada comparada con la fugacidad del tiempo. Al menos a la hora de organizar nuestras vidas.

Obsesiones. Enfrascado en el vaivén del torneo apenas he podido reflexionar sobre el atentado en Bruselas del mismo modo que Occidente, desde su estrechez de miras y su limitada empatía, ni siente ni padece cuando las víctimas le quedan lejanas. Es la indiferencia con la que actuamos una de mis grandes obsesiones. La otra, nuestra ignorancia, el modo en que nos desplazamos por la vida desconociendo el nombre, el potencial de desarrollo o el hábitat natural de las plantas que nos rodean, dando por hecho que el suelo por el que pisamos se asienta sobre cimientos firmes o aceptando que el contrato que firmamos no tiene una cláusula leonina.

Perdimos. Perdimos porque faltamos a las señas de identidad que habitualmente nos definen, porque sucumbimos al cansancio y jugamos como un equipo saturado de baloncesto y excesivamente mediatizado por la derrota de ayer ante el mismo rival. Nos equivocamos. Nos equivocamos porque quisimos hacerlo solos, guiados por una suerte de instinto heroico, de llamada divina. Como casi siempre en estos casos, se me vino a la cabeza la frase que empleó Doc Rivers en el sexto partido de las Finales de Conferencia de 2010 ante Cleveland: “Sé que todos queréis ganar, pero solo lo podemos lograr jugando juntos”.

Segundas oportunidades. Las que no tendrán los vilmente asesinados en Bruselas. La que no nos brinda el pasado, ese tiempo ya transcurrido que queremos hacer resucitar a través de la memoria. Pero las que sí nos ofrece el baloncesto y queremos aprovechar. Porque si la experiencia habrá sido buena y enriquecedora en cualquier caso, no así lo serán los seiscientos kilómetros que median entre este hotel y nuestra casa si mañana se pierde o se gana. Y ganar pasa, más allá del marcador, por no traicionarnos y por entender que solo lo podemos hacer JUNTOS.

*Este post ha sido redactado en dieciséis minutos. Lo siento.



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

1 comentarios:

Peque Recetas dijo...

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