Regreso a Zaragoza


En distinto medio de transporte, pero con un mismo destino. Unos días más tarde, pero bajo el mismo sol abrasador. En el mismo hotel donde nos alegró ver alguna cara conocida entre el personal, señal inconfundible de que sus contratos han sobrevivido a estos atribulados tiempos. Con alguno de los profesores y ponentes de 2014 a los que se han unido otros como Juan Antonio Orenga. Con muchos menos nervios aunque con el mismo deseo de escuchar, tomar notas, experimentar y aprender. Aquí estoy, de nuevo en Zaragoza.

Me bajé prácticamente en marcha del tren, tras un trayecto de más de seis horas, para presentar las conclusiones del proyecto de investigación que ya avancé en su día en esta bitácora. Lo hice responsabilizado por el alto nivel de los alumnos de la nueva promoción, entre ellos un Roger Grimau que unos minutos antes había expuesto de forma excepcional el papel que puede jugar la táctica a la hora de conectar con nuestros jugadores. Haciendo un breve repaso a su carrera, en cuyo transcurso pasó de ser un ávido anotador a obsesionarse por su falta de amenaza de tiro –lo que hizo que las defensas prácticamente lo ignoraran–, el recién jubilado jugador de élite nos comentó cómo los diferentes entrenadores le apoyaron en la búsqueda de una nueva identidad proporcionándole opciones para aportar de otro modo, jugando sin balón.

Por la tarde, ya en el pabellón, Mario Pesquera desentrañó las claves de la defensa matchup, una propuesta táctica que pasa por defender al hombre en la zona, que exige comunicación, concentración, trabajo en equipo; un esquema heredado de alguno de los principales gurús del baloncesto universitario norteamericano e importado en Europa por el propio Mario a través del maestro Aza Nikolic. Quizá por la mayor frescura con la que afronto estos días, pero creo que también gracias a una exposición más ordenada y elocuente, lo que tanto me costó seguir hace justo hoy un año, se ha convertido en una propuesta interesante que, tal vez y en función de las circunstancias, pueda introducir en un equipo durante la próxima temporada.

Tras la merecida y emocionante dedicatoria de Mario Pesquera hacia quien fuera su ayudante, el malogrado José Luis Abós, tomó la palabra Juan Antonio Orenga para explicarnos diferentes esquemas para generar juego a partir de un grande, ya esté este situado en poste medio o poste alto, dibujos que emplearon para tratar de que Marc Gasol luciera en su papel favorito, el de facilitador de vidas. Orenga nos habló como entrenador pero también como ese jugador que aún conserva las sensaciones de lo que supuso pelear por unos pocos centímetros de espacio en la zona.

Finalmente, con la incorporación de Ñete Bohigas, exitoso entrenador y artífice del ascenso del Ciudad de Cáceres a LEB Oro, a una tertulia que también incluyó la presencia de Audie Norris, profundizamos en el papel del jugador interior, esa especie en peligro de extinción que ha debido refundarse con nuevas características, más propias de un jugador de perímetro, para sobrevivir y poder figurar en los momentos trascendentales de un partido o, más aún, en las diferentes plantillas de las principales competiciones del planeta.

Toda vez sentado en la terraza donde vieran la luz las entradas del diario que elaboré sobre la experiencia del año pasado, con la agenda de eventos concluida, envuelto en este ambiente de baloncesto que tanto me gusta, tuvimos que tocar ese tema que tan poco nos agrada, el que versa sobre el estatus del entrenador en una sociedad que apenas valora sus esfuerzos y que lo viene a considerar como victima propiciatoria para dar rienda suelta a sus propias frustraciones. Pero bueno, nos fuimos animando y los temas volvieron a versar sobre esas cuestiones tan nuestras que nos elevan a la categoría de enfermos. Felices enfermos.


UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

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