Feliz año viejo





Qué invento este del calendario que emplaza orígenes y destinos en el marco de una dimensión apasionante, inabarcable y que tiende irremediablemente al infinito como es el tiempo. Sin embargo, ante nosotros la noción de ciclo, con su principio y su final, se nos vuelve imprescindible. Necesitamos hallar orden en el caos de nuestras vidas, necesitamos recapitular de vez en cuando y renovar deseos y ambiciones aunque ello suponga olvidar nuestro residual papel en el devenir del universo.

Aprovecho la coyuntura que nos brinda el 31 de diciembre, yo también, para cerrar 2014 en el ámbito baloncestístico. Aunque nuestro deporte está más acostumbrado a cerrar balances en verano, con las gotas de sudor en la frente y arena de playa bajo nuestros pies, esta fecha nos permite hacer un análisis sobre la marcha y corregir derrotas que conducen a lugares no queridos.

En lo personal 2014 será para siempre el año en el que cursé el CES, el Curso para Entrenadores Superiores de Baloncesto, que comenzó allá por el mes de abril en su fase on-line y que aún hoy continúa con la realización del proyecto y de las prácticas. La fase presencial en Zaragoza, en un mes de julio de temperaturas moderadas me permitió conocer a ídolos del baloncesto, a entrenadores consagrados y a compañeros igualmente enamorados de este deporte. Hubo noches demasiado cortas y días que quisieron comprobar la resistencia de nuestras mentes, pero en general, con la perspectiva que presta el tiempo, considero que fue una experiencia positiva de la que extraje importantes enseñanzas. Lo conté todo en este diario: Curso de Entrenador Superior.

Sin embargo, pese a considerar esta inversión como positiva y necesaria, uno se pregunta hasta dónde llega la pasión como razón o explicación de todas nuestras apuestas. Quien comienza ahora a ascender en la “carrera” corre el riesgo de que, con la erosión que está sufriendo el deporte como alternativa de ocio (y negocio), el ocho mil para el que comenzó a prepararse hace años se haya convertido, de repente, en una triste y solitaria colina, un destino tal vez insuficiente que nos invite a proclamar, como lo hiciera Julio Llamazares en un cuento sobre el penalty de Djukic, después de múltiples esfuerzos y sacrificios, si “tanta pasión para nada”.

Según la Fundéu la palabra del año ha sido “selfi”. Sí, así, castellanizada para hacerla más castiza, más propia de nuestra imbecilidad supina y de nuestro narcisismo, aunque bien sabemos que este mal no es solo nuestro, sea o no, su universalidad, un motivo de consuelo. Sirva la anécdota, en cualquier caso, para poner de manifiesto el contraste existente entre el lenguaje de la sociedad y el del baloncesto (o deporte en general). Como entrenadores, y educadores en la medida de lo posible, se nos hace difícil vender conceptos que deberían ser proverbiales como la necesidad de renuncias y sacrificios en la búsqueda del bien común o la de ser pacientes en la recogida de los frutos tras los esfuerzos diarios. En fin, seguiremos intentándolo.

2014, y abro ya la página del baloncesto profesional, será para siempre el año del triunfo de San Antonio en la NBA, una efeméride que permanecerá indeleble en la memoria del aficionado. En junio los tejanos nos enseñaron que el tiempo se puede dilatar y contraer, que los eternamente viejos Duncan, Ginobili y Parker aún están preparados para ofrecer lecciones. Ganaron juntos en 2003, acompañados de Robinson y gracias a un estilo defensivo y poco vistoso. Volvieron a hacerlo en 2005 con un poco más de lo mismo y también en 2007, con algo más de lucidez. Pero en 2014, tras años de perfeccionamiento de una coreografía de manual, los Spurs simplemente nos trasladaron al anfiteatro más bello del mundo, pónganle el nombre que prefieran, y nos dejaron pegados al asiento haciendo de la ciencia, el cálculo y la estadística un juego de niños. Como niños desprovistos de miedos, aunque impulsados por un profundo ánimo de revancha, se pasaron la pelota los jugadores de un Gregg Popovich que ya puede tratar como iguales a Red Auerbach, Pat Riley o al mismísimo Phil Jackson.

No corrió la misma suerte la propuesta de Pablo Laso para el Real Madrid, un equipo, el de la temporada pasada, que enamoró durante meses a una afición que llevaba décadas instalada en el silencio que provocan la vergüenza y la desazón. Sirvan estas palabras como agradecimiento y muestra, a su vez, de lo cruel que es el mundo del deporte profesional, de lo crueles y olvidadizos que somos, en definitiva, los aficionados por atender tan solo a los triunfos como baremo del legado de un equipo. Fuisteis grandes y no, un punto de diferencia, el que hubiera bastado para vencer a Maccabi y alzarse con la Euroliga, no cambia mi manera de pensar. Gracias.

Finalizo con la selección, no para ahondar en el dolor que nos produjo su temprana y sorprendente eliminación en nuestro mundial, sino para recabar apoyos y visiones optimistas sobre su futuro. Critiqué, en este artículo, la apuesta que hacemos en las categorías inferiores por privilegiar el inmediato “triunfo” sobre la recompensa dilatada en el tiempo que debe seguir a la formación. Y mantengo la crítica. Pero a su vez, el rendimiento de los Gasol, los dos pívots más regulares del campeonato estadounidense, me permite albergar una esperanza de cara al próximo Europeo y a la inmediata cita olímpica en Brasil. Necesitaremos la consolidación de Abrines como arma ofensiva desde el perímetro y una versión recuperada y mejorada de Ricky Rubio. Será imprescindible, claro, la llegada de un entrenador que posea el magnetismo suficiente para atraer a las viejas estrellas, aquellas que contra Francia parecieron desilusionadas e incapaces de defender una causa que les resultó, por momentos, ajena.

Me despido deseándoles un feliz año 2015, pero también un feliz año 2014. Construyan sobre sus recuerdos, hayan sido peores o mejores, las bases de su mejora como individuos. Porque tal vez estemos perdiendo el control sobre nuestro destino como raza o sociedad, pero por el momento nadie ha logrado despojarnos de nuestras conciencias. Nada, por lo tanto, nos impide ser un poco más compasivos, comprensivos y pacientes. Nada, esforzarnos un poco más, aunque sea para nada.




UN ABRAZO Y FELIZ 2015

1 comentarios:

Javi Palao dijo...

Echo de menos en tu retrospectiva alguna palabra para los Legends, aunque tampoco fue un gran año de triunfos pero sí de vivencias, jejeje.

Abrazos!

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