Los Spurs, última esperanza para la edad adulta





Cada vez estoy más convencido de que la vida es un penoso languidecer en el que vamos desprendiéndonos, pedazo a pedazo, de lo mejor de nosotros mismos. Lo digo porque durante estas semanas estoy llevando a cabo las prácticas del máster de profesor de secundaria y bachillerato y en el hacer y deshacer de los niños y adolescentes he visto tiempos pasados marcados por la libertad, la soberanía, la sinceridad y la imaginación. Sí, los de mi niñez.

Cuando los balones eran herramientas para compartir el juego y la amistad, donde las reglas principios livianos con escaso poder coercitivo y los papeles un cheque en blanco para dibujar o narrar sueños más o menos verosímiles (lo que en realidad daba igual). Ahora, en cambio, cuando camino, cuando alzo la mirada ,y antes de volverla a bajar abochornado, sólo veo papeles destinados a ser rellenados y entregados en múltiples oficinas físicas o electrónicas, balones reconvertidos en instrumentos de negocio para que jueguen con ellos hombres que ya no entienden su sentido lúdico, hombres que sólo entienden de reglas y costumbres, esclavos del sistema, soberanos de nada, mentirosos a medias y torpes hasta para imaginar el nombre de sus futuros hijos.

Sí, ganó Memphis. Y aunque no es el motivo principal de esta amarga letanía me jode. Me jode por lo cicatero de su propuesta, por lo adulto, ya que estamos, de su juego ramplón, al límite siempre de los veinticuatro segundos. No ganarían si propusieran otro estilo, pero es que no deberían ganar nunca si sus rivales, con un poco de criterio, fueran capaces de cortar las estrechas vías de anotación de los de Tennessee (Randolph, Durant y Conley). En fin, no parece que sea el año de Durant más allá de su más que probable galardón como MVP.

Aprovecho este hecho para decir que Memphis y su entrenador -mitad entrenador, mitad contable- representan todos los vicios y virtudes de la propuesta teórica que se nos hace en el marco del Curso de Entrenador Superior de Baloncesto, que ya ha arrancado en su fase on-line, una propuesta que si bien respeta estilos, perfiles y corrientes teóricas (más bien retóricas) de los alumnos, también genera una falsa sensación de cientifismo, un afanoso amarraje al método, a la soga. Todo en el baloncesto se ha profesionalizado. Todo en el baloncesto ha perdido su sentido jocoso. Cuánto daño hicieron los triunfos de Maljkovic, las propuestas de baloncesto control de los grandes gurús del baloncesto universitario (no, tú no John Wooden). Ganaron, cobraron y fueron imitados. Esto es, se impuso el modelo de producción en cadena, el chinismo, y que me perdonen los chinos que no creen en los modos de hacer de su gobierno y de su economía, como forma de vida y de jugar al baloncesto. Ay... los modos de hacer militares que luego llegaron a la empresa, que luego atestaron nuestras vidas.

En el chinismo creía también Popovich, elegido la pasada madrugada como Mejor Entrenador del Año. Dicen los que entienden que se lo arrebató injustamente a Hornacek pues los méritos de éste, al menos durante esta temporada, fueron mayores. Pero claro, negarle a Popovich un tercer galardón para tan excelsa carrera hubiera sido también asunto peliagudo. Y es que la trayectoria de este estadounidense de ascendencia rusa no será eterna y cuanto antes se le reconozcan los méritos mejor.

Ello aunque hayan pasado siete años desde el último anillo de la franquicia tejana, de un equipo que desafió al destino, y a la Warner, utilizando un coyote como mascota, un coyote que tal vez estuviera simbolizando al propio Popovich, heredero de Larry Brown y de su escuela inspirada en Dean Smith que tiene como primitivo eslabón, si seguimos retrotrayéndonos al pasado, al propio creador del baloncesto. Sirva la fábula episódica del Coyote y el Correcaminos para simbolizar a un Popovich que siempre marchó, cuadrado y uniformado, en la retaguardia de la innovación. Hasta hace unos años. Ahora, desprendido de viejas ataduras, dominador absoluto de los vericuetos de este deporte, Popovich ha dejado de liderar a los jugadores y a los grupos con mano de hierro para hacerlo con la más efectiva técnica del embauque y la conquista. Sigue siendo el primero que entra y el último que se va, pero ahora, además, disfruta cada día. Y se nota.

Un triple de Ray Allen enturbió el magnífico trabajo realizado durante la temporada anterior por los jugadores y cuerpo técnico de los Spurs. Por ello, este año los de blanco y negro, los de los tonos grises sólo en la camiseta se han ganado ser mi apuesta personal, el dardo que lanzo con el corazón para que se redondee al fin la carrera de todos esos locos enamorados del baloncesto que fueron a juntarse en el valle del río San Antonio. Por Ginobili, Duncan, Parker y Pops, por una nueva oportunidad para este mundo adulto que tanto aborrezco, especialmente cuando lo contrasto con el de los niños. 


P.D. El entrevistador habitual de Popovich en la TNT, Craig Sagger, está siendo sometido a un agresivo tratamiento contra la leucemia. Sólo puedo desearle lo mejor. 

UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Creo q tu corta experiencia vital te vuelve a jugar otra mala pasada.

Críticas el baloncesto porque se ciñe a una estructura preestablecida,a un metido de producción como tu lo llamas.y dices que esto es perverso para el baloncesto y el deporte en general.

No te enteras de nada.

El estilo de juego de la selección de fútbol es precisamente eso que tu detestas.ellos se han ceñido a un estilo de manera casi marcial.y han pasado a la historia.

Tu crees que dejar libertad a los jugadores para que la improvisación forme parte del juego es digno de alabar.

No te enteras.

La diferencia no estriba en libertad de actuación versus modelo de juego sin salirse de sus pautas.

solo hay dos maneras,la del buen baloncesto y la del malo.y el buen baloncesto se puede conseguir con un estilo y modelo estricto de pautas de comportamiento,o con mas libertad de actuación.tanto uno como otro modelo son lícitos si conducen al buen baloncesto.

aito García reneses nos llevó a una medalla de plata en unos Juegos olimpicos sin permitir salirse li mas mínimo de sus esquemas a sus jugadores.y con muy buen baloncesto.

Solo hay buen baloncesto o mal baloncesto.no te enteras.

Gurgui

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