El cajón del olvido






A escasas horas de que la mejor generación de jugadores españoles de baloncesto culmine una obra que ya dura trece años y que amenaza con prolongarse hasta un decimoquinto (Mundial de España 2014) a mí, en un ataque de nostalgia provocado, quizá, por este sofocante calor, me ha dado por recordar, a raíz de lo visto y vivido anoche en el Estadio Olímpico, a todos los ídolos del atletismo mundial, aquéllos a los que o mucho me equivoco o los más jóvenes ni siquiera se molestarán en conocer.

Yo crecí en una década, la de los noventa, que asistió al lento languidecer del Hijo del Viento (culminado con el oro en longitud de Atlanta 96), a la eclosión del velocista más elegante que ha visto una pista de atletismo, Michael Johnson, y al mayor desafío interpuesto por el hombre ante la fuerza de la gravedad, el de Bubka, ayudado por una pértiga, y el de Javier Sotomayor.

Ahora, gracias a que en determinados parajes del planeta la raza humana sigue mejorando y a los avances en medicina deportiva y biomecánica, los récords de velocidad se baten con una facilidad casi insultante. Lejos, muy lejos, quedan ya las marcas de Carl Lewis en el 100. También las de Maurice Greene, quien con aquellos 9,79 parecía haber establecido una marca tope, un techo casi insuperable. Ahora Usain Bolt lo relativiza todo. Nos hace parecer, a mí y a todos mis compañeros de generación, niños de esos que se emocionan con cualquier cosa porque no han conocido el mundo que se abre más allá de su limitado espectro de emociones, de su cercado territorio de experiencias.

En la lucha contra el tiempo y contra el espacio el jamaicano ha roto todas las barreras. Los elementos de juicio sobre las viejas marcas son ahora más severos. Para los que os emocionasteis (nos emocionamos) con los 9,84 de Donovan Bailey en Atlanta sólo deciros que este tipo ha corrido cuatro veces por debajo de 9,70 y una, en Berlín 2009, por debajo de 9,60. Para los que os frotasteis los ojos repetidas veces durante aquella madrugada española de 1996, de nuevo con la vista girada hacia Atlanta, cuando Michael Johnson destrozó el 19,72 de Pietro Menea al ritmo de 88 zancadas de 2,27 metros de promedio deciros que Bolt ya ha corrido tres veces por debajo de ese mágico registro de 19,32 sin desfallecer en el intento. 



Ni siquiera Wilson Kipketer, ese exótico danés, ese emigrante keniata nacionalizado que se midió codo con codo con los récords de Lord Sebastian Coe hasta superarlos un 13 de agosto en Zurich parando el cronómetro en un impactante 1:41,24, puede ahora presumir de ostentar la mejor marca mundial. David Rudisha es la evolución 2.0 de la raza Masai. Más alto, con la misma ínfima cantidad de grasa y más musculado, el corredor keniano ya ha vuelto a destrozar, por los cimientos, un muro tan mítico como el del 1:41. 



Por suerte o por lo que sea, los récords en saltos parecen tener garantizada una vigencia más duradera. Ni los 6,14 de Bubka, ni los 2,45 de Sotomayor, tampoco los 8,95 de Powell o los 18,29 de Jonathan Edwards parecen correr peligro en el corto plazo. Sus nombres seguirán siendo de obligado recordatorio. Aunque sólo sea por decencia, los jóvenes aficionados se interesarán por saber quiénes fueron estos hombres voladores. Sin embargo, no lo dudo, llegará el día en que algún ser especialmente dotado para el atletismo, bien entrenado y educado, batirá estos registros. Y entonces alguien tendrá que ponerse ante el teclado y revisar cintas de vídeo para repasar quiénes fueron y cuánto significaron estos hombres a los que los nuevos tiempos terminarán enviando al triste anonimato como ya han hecho con los Linford Christie, Ato Boldon, Leroy Burrell, Donovan Bailey, Frankie Fredericks y tantos otros nombres que marcaron historia en el atletismo.

Es ley de vida que sus carreras caigan en el cajón del olvido. Es de justicia, creo yo, abrirlo de vez en cuando. 



UN ABRAZO Y BUEN FINAL DE JUEGOS OLÍMPICOS PARA TODOS

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno Juanjo.

Hay que recordar siempre a los héroes y en parte precursores de un deporte o de una disciplina concreta.
Lo de Bolt no tiene nombre. Lástima las declaraciones acerca de Lewis (creo que ha sido un poco despectivo).

Vamos a ver que hacen los de baloncesto. ¡Ojo con Argentina que me huelo sorpresa! (Con dos coj...)

Dani Legend

Anónimo dijo...

Imagino que Juanjosé estará triste por la victoria de España, esos chicos que no resptan el espíritu olímpico, que no merecen estar en la final (solamente recuerdo lo que tu dijiste)...

Supongo que no habrás disfrutado la semifinal con estos antideportistas...

Quizás tenga razón Palau acerca de que Juanjosé (perdón, JJ, que ya merece tener un apodo digno de su estatus) no es un puretas, sino más bien un inexperto chaval que aún no ha dado el cambio a adulto y que sigue diciendo los típicos tópicos más pobres que se dicen a esas edades. Te doy la razón Palau, ahí sí.

Felicidades, chavales...

Respecto a las leyendas del atletismo, pues que decir, que son quienes hacen que ahora los cempeones disfruten de su reinado.

Antonio

Anónimo dijo...

Sí, a mi también me pareció torpe aquel post dicinedo que los españoles del baloncesto no tenían espíritu olímpico y no sé que más tonterías. Quizás pueda achacarse a la edad, sí.

Carl Lewis, el más grande...

Un fan

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