Un cronista de otro tiempo






En España el deporte es consecuencia de la contemporaneidad. Por eso, en el franquismo, que era una antigualla en sí mismo, no hubo deporte como tal, sino una metáfora de la inmundicia. Nuestros viejos héroes existían por una voluntad escapista. (…) Ahora surgen por todas partes, surgen en todos los deportes y aparecen sin deudas que saldar. Son simplemente el producto de su tiempo. No han llegado al éxito para escapar de nada, como aquellos inolvidables Santana, Haro y Nieto. Los nuevos héroes del deporte español son el producto de un modelo que funciona y de una sociedad que ha puesto una distancia sideral con el pasado”.

Santiago Segurola. 15 de marzo de 1999. Héroes de un nuevo tiempo.

No sé si Santiago Segurola volvería a firmar estas líneas en los tiempos que corren, a escasas dos semanas de la cita olímpica. Desconozco si se atrevería a mantener esa relación inequívoca entre sociedad y deporte que defiende en el artículo que pone título a esta compilación de columnas, a este compendio de obras maestras del periodismo deportivo que terminé de leer hace unas pocas horas.

Si la llegada de la democracia supuso la institucionalización del deporte y la producción en serie de fenómenos de toda materia y disciplina, lo cierto es que en este período de crisis económica y social, parece difícil aceptar que los Alonso, Gasol o Nadal sean representantes de un nuevo modelo de sociedad, el resultado de un proceso de cambio en lo fundamental o la última de las necesidades cubiertas. Los tres son lo que son porque sus familias aceptaron el riesgo de la empresa e invirtieron todo lo que fue necesario. Los tres son deportistas excepcionales porque están embebidos de los valores que incluye la receta del éxito. A los tres les sobra disciplina, talento y genio. La política, la economía o el modelo de sociedad son factores que, simplemente, no les incomodan.

Después del éxito de Barcelona con el ambicioso Plan ADO considero que no hay que buscar en las decisiones políticas las claves del resurgir deportivo de nuestra nación. Los triunfos son deudores de genios irrepetibles, del trabajo de los clubes y del esfuerzo denodado de las familias. Ello no impide que los Iniesta, Navarro o Lorenzo sean considerados como héroes de un nuevo tiempo. Sí, lo son, pero este nuevo tiempo no es el de Rajoy o Rubalcaba, tampoco el del estado de las autonomías o el de la Constitución de 1978. El nuevo tiempo lo definen los nuevos medios de comunicación, la comercialización de todo lo que tiene que ver con el deporte, la masificación y, en cierto modo, la mitificación de todo lo que le rodea.

Pero este post no pretende poner en solfa el ideario de uno de los mejores periodistas deportivos de nuestro país. Es más, la discrepancia comienza y termina en la página 94 de esta obra, Héroes de Nuestro Tiempo, cuya lectura os recomiendo encarecidamente.

Si las sociedades necesitan héroes, éstos necesitan de cronistas que ensalcen sus gestas y quién mejor que Santiago Segurola, con su pluma refinada, que no pedante, para relatarnos el maravilloso salto de Beamon en Méjico 68, el que creíamos insuperable récord de Michael Johnson en Atlanta 96 o el magnetismo que irradia esa bala de Baltimore llamada Michael Phelps cada vez que entra en una piscina. Cientos de historias, en definitiva, al borde de la sangre, el sudor y la lágrima, escritas, como él mismo afirmó sentado sobre el césped de su querido San Mamés, con el afán de lograr la complicidad del lector, de ese lector universal que desde ya puedes ser también tú. 



Una lectura para el verano, una antología de sonrisas y llantos, cientos de crónicas redactadas a lo largo de veinticinco años cuya huella el paso del tiempo no ha conseguido borrar. Coherencia en forma de periodismo. Periodismo como sinónimo de pasión. 



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

Entradas relacionadas:

Canastas Sagradas

Un par de sugerencias

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen artículo y muy buen uso de los recursos estilísticos.El tema me parece, además, muy acertado.

Segurola no me gusta demasiado, es decir, me aburre demasiadas veces, pero creo que tiene cosas interesantes.

Y , por favor, respeto a la libertad de expresión y opinión. Y menos utilizando palabras gruesas para descalificar criterios de opinión de otras personas.Porque se les podría aplicar, en lógica correspondencia, el mismo criterio.

Luis

Charlie Jiménez dijo...

Madre mía!!! Cuando sea mayor quiero escribir como Juan José Nieto.

Saludos!!!

Publicar un comentario