El retorno a lo más básico






En la noche más corta del año, con los rayos del sol incidiendo perpendicularmente sobre el Trópico de Cáncer, bajo una atmósfera abrasiva, casi asfixiante, el peso de la historia cayó sobre Miami para premiar al mejor equipo de la liga en una temporada 2011-2012 que, gracias al nivel de sus playoffs, ha visto como el asterisco que planeaba sobre ella se ha desvanecido entre las dosis de buen juego y la emoción de algunos partidos que ya ocupan un lugar preeminente en la videoteca de los buenos aficionados.

El último, en cambio, más que un partido de leyenda será sólo una efeméride, una fecha para el recuerdo y el estudio, un hito más en la imparable carrera de Lebron hacia la inmortalidad que define a todos los prohombres que, en sus diferentes profesiones y actividades, y en todas las generaciones, fueron más allá del mero desempeño eficiente de sus labores dejando en la memoria de sus coetáneos momentos imborrables y sensaciones contrapuestas mezcla de admiración y abatimiento.

Abatimiento como el que sintieron todos los miembros de un equipo llamado a ser asiduo visitante de las finales de la NBA. Los Thunder se han dejado tarea pendiente para septiembre. En los despachos deberán decidir no sólo entre Harden o Ibaka, sino también, el tipo de guardia pretoriana que desean para rodear y hacer sentir seguro a Kevin Durant. Sinceramente, el modelo a seguir lo han sufrido en sus carnes. Directivos de Oklahoma City, junten a Durant con un pívot que pueda jugar dentro y fuera y rebotear, denle dos aleros que sean una verdadera amenaza desde las esquinas y domen a la fiera Westbrook para que entienda quién debe jugarse el sesenta por ciento de las posesiones del equipo. Y si la solución se llama traspaso no lo duden, háganlo. Cuentan en sus filas con un, como afirmaría el propio interesado, Kobe Bryant de 2,08, con un raro espécimen de anotador compulsivo con la sangre fría necesaria como para ganar partidos igualados. No lo desaprovechen.

Tuvo el anillo de esta pasada madrugada esa extraña cualidad. La de ser de uno sin dejar de ser de todos. Si Lebron dominó la serie, no lo hizo sin la ayuda esencial de sus amigos. En determinados momentos del quinto partido a James se le puso cara de Montana o Elway (más aún ante los poco agresivos dos contra uno que dibujó Brooks en una pizarra en la que nunca creyeron sus jugadores) y empezó a repartir juego a una y otra esquina aprovechando la atención, lógica, que la defensa de Oklahoma le prestaba. De ello se aprovecharon Miller, Battier, Chalmers y hasta el propio Norris Cole, fieles escuderos que atacaron con la libertad que les proporcionó el saberse guarnecidos por su rey. Por su rey y por su príncipe. Al fin Wade supo entender su rol en este equipo, aceptar que ya no tiene las piernas ni el respeto arbitral del 2006 para plegarse a un papel fundamental, aunque no protagonista. Y no me quiero olvidar de Bosh, el tercero en discordia, cuyo regreso tras la lesión abdominal fue clave para derrocar a quienes más dificultades pusieron en el camino de los Heat hacia el anillo, los Celtics de Boston.

Otros dos nombres propios merecen titulares aparte. Uno es el del filipino, el alumno aventajado del entrenador con más caras y registros de la liga y otro de esos nombres propios, Pat Riley. Spoelstra supo dar con el mensaje en los momentos críticos y, en aquella bronca con Wade que parecía marcar el inicio de las hostilidades, salió reforzado al definir el límite de las competencias entre entrenador y jugador. Ello, por no hablar de los sistemas defensivos, los mejores de la liga junto a los de Boston y Chicago, aplicados, a su vez, por los físicos mejor preparados. Las rotaciones defensivas de los Heat son una delicia para los que disfrutamos con el trabajo en equipo que supone una defensa de este cariz. La actividad de los hombres en el lado débil, la capacidad de intimidación de James o Wade y la astucia de Haslem o Battier, la convierten en un obstáculo cuasi infranqueable. Los Heat sufrieron ante Hibbert y Garnett y entendieron, supieron hacerlo, que Durant se fuera a más de treinta por partido. Así, mientras la defensa de los Thunder fue la de un equipo de los ochenta, siempre detrás de la bola con una distancia y agresividad más propia de otra época, la de los Heat dibujó límites internos, cotos vedados por los que no querían que pasara la pelota. De ahí los errores de los de Oklahoma, de ahí todo ese flujo de puntos en transición. 



Y si la defensa, obra maestra de la ingeniería filipina, es del siglo XXI, qué decir del juego de Lebron. Sus críticos le tacharon de egoísta en lo que supuso, además de una falacia, un inmenso error. Quienes le temen se consuelan con su presumible decadencia anticipada, con un natural declive en sus facultades físicas que fechan allá por el 2016. Él, en cambio, habla del regreso a lo más básico, de jugar sin odio, de amar el baloncesto. Lebron encontró en la derrota el acicate para trabajar más duro. No se sorprendan si en octubre su tiro en suspensión aparece mejorado y si sus porcentajes en el triple se elevan por encima del cuarenta por ciento. Y es que para Lebron, la alegría por el anillo conseguido no durará, tan siquiera, lo que tarda en llegar el invierno. Su plan consistirá en unos días de descanso, una cita con la gloria olímpica y más sesiones de mañana y tarde para seguir retrocediendo en el tiempo, para seguir redescubriendo una esencia, la del baloncesto, que no está ni en el marketing ni en la prensa, que está en lo más básico, en los fundamentos. 



UN ABRAZO Y ENHORABUENA A MIAMI HEAT POR SU SEGUNDO ANILLO DE LA NBA

4 comentarios:

Explorador dijo...

De acuerdo. Y lo más básico es que en la cancha Lechón es un gran jugador, generoso y competitivo, además de que ha demostrado inteligencia para aprender de pasados errores. A veces es indignante ver esos pasos que no le pitan, pero aún así, ha sido el mejor, con diferencia.

Un saludo :)

Anónimo dijo...

Esta vez el pronóstico era más fácil. En el peor de los casos un 50% de posibilidades de acertar. Un cara o cruz. Dijiste que pronosticabas que Oklahoma obtendría el título. ¿Resultado? Miami apabulla 4 a 1.

Creo que tu corta experiencia cognitiva baloncestística menosprecio la apreciable experiencia de los chicos de Miami. Bregados en muchas batallas, con más expriencia en partidos claves,con más bagaje en la pista y con los intangibles que da haber ganado títulos.

Erraste de pleno (una vez más) poniendo en evidencia muchos de tus comentarios ( decir a última hora que Lebron James sería el hombre de la final es jugar con ventaja...con el permiso de Durant cubriéndote las espaldas)y minusvalorando el refranero español que dice que la experiencia es un grado

No tomes a mal mis comentariuos, soy el primero que deseo aplaudir un acierto en tus pronósticos y así lo haré ( si se produce algún día)

El más fuerte de los ratones no puede jactarse de superioridad física dentro del mundo animal igual que nadie puede apoyarse en Noé para hablar de lluvia.

Sin acritud.

Antonio

Unknown dijo...

Qué vómito de soberbia...

Unknown dijo...

El de Antonio, claro.

Publicar un comentario