La llama que se apaga




9 de marzo. 21,30 horas de la noche en Minneapolis. 102-101 a favor de los Wolves tras un fantástico palmeo de Nikola Pekovic sobre el aro rival. Balón para Lakers y, cómo no, para Kobe. Ridnour contiene su avance esperando la llegada al dos contra uno de Ricky, llamado a impedir el dribling por mano derecha de la Mamba Negra. Décimas de retraso impiden a Rubio adoptar una buena postura defensiva. Arranca Kobe, no puede frenar Ricky. El campeón en pie. El aspirante por los suelos. Falta en defensa. Colisión y naufragio. Medio año en el dique seco por una rotura en el ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda. Adiós temporada. ¿Adiós Juegos?

Eso dicen las frías crónicas, las noticias de agencia, los diarios de información general. Pero no es éste un medio de comunicación al uso y por eso, lo que me apetece escribir, lo que quiero transmitiros a todos los que os perdéis de vez en cuando por estas páginas repletas de desvaríos, son los sentimientos que me generó el ver que Ricky no podía mantenerse en pie tras el choque con Bryant. Dejadme echar mano de los cuatro elementos a los que hacían referencia en la antigüedad.

Agua. Agua helada al constatar que las peores predicciones se habían cumplido. Helado me quedé al conocer que no habrá más pases precisos colocados en el único lugar del universo donde Williams, Beasley, Randolph o Wesley Johnson pueden cogerlos para machacar. Yo que, como muchos otros, (no os escondáis ahora) soñaba con ver a Ricky en abril decidiendo partidos de playoffs, no puedo más que retirar la escarcha de la ventanilla y aceptar la dura realidad. Las lesiones forman parte del juego. Nadie las esquiva por completo y, algunos, mirados por un tuerto, parecen estar siempre girando sobre la misma manzana sobre la que orbitan éstas hasta acabar chocando una y otra vez con ellas. Sólo espero que Ricky no sea la versión 2.0 de Raül López y que ésta sea la única y última ocasión en que tenga que pasar por el quirófano.

Tierra. Tierra seca y fría. Inerte y estéril. Como se presenta el panorama de los Timberwolves tras la baja de su joven timonel. Desde hoy, el estado de Minnesota, repleto de lagos, parece un desierto recorrido por una brizna de hierba. Una brizna que busca desesperada a ese mesías del que le hablaron en una latitud muy lejana. Pensaba que acudía al lugar indicado, a un oasis de buen juego y crecimiento colectivo, a la sede de un equipo con aspiraciones de playoff y luego quién sabe. Ahora se sabe que no. Love será menos Love sin su Ricky, como Malone fue menos Malone sin su John. Pekovic volverá a parecer un pívot torpe sin argumentos y Williams un número 2 del draft sobrevalorado, un tres que juega de cuatro sin ser una cosa ni la contraria. Sólo Barea, otro virtuoso con el que Ricky conectó desde el primer momento, puede impedir que una profunda depresión invada el Target Center.

Aire. Aire que buscábamos y no hallábamos mientras intentábamos levantarte del suelo deseando ver una sonrisa instalada en tu cara. Aire que, a modo de huracán, entró en nuestras casas de madrugada para llevarse nuestros sueños de niñez, los que nos haces revivir cada noche cuando, flotando sobre las pistas de baloncesto, haces parecer fácil lo imposible. El mismo aire que nos insuflas con tu juego cuando la vida pretende ahogarnos con sus múltiples desafíos. Aire que se nos acabó en un segundo y que poco a poco intentaremos recuperar mientras seguimos de cerca los progresos en tu recuperación.

Fuego. Llama que se apaga. La del Monte Olimpo. La de Londres. Juegos Olímpicos que se alejan para Ricky y también para nuestra selección. Rubio estaba llamado a jugar un papel esencial como complemento de José Manuel Calderón este verano. Ahora varios se disputan su plaza y Scariolo deberá decidir entre la sobriedad de Sada, la bendita locura de Llull (un fijo aunque no hubiera caído Ricky) y el talento de Raül López. En cualquier caso, nuestra victoria en Londres ha visto aumentado su valor en las apuestas tras la baja, casi segura, del 9 de los Wolves.

Ánimo Ricky. Cuentas con el calor de millones de aficionados por todo el mundo. Creamos o no, profesemos una u otra religión, todos estaremos rezando por volver a verte pronto sobre el parqué desplegando tus infinitas habilidades, tu visión de juego y tu singular carisma. Nos conquistaste cuando eras un imberbe adolescente y nos tendrás ahí, apoyándote, hasta que cuelgues las botas para siempre. Y eso, estoy seguro, será dentro de mucho. 



UN ABRAZO Y BUEN BALONCESTO PARA TODOS

2 comentarios:

Juanpe Núñez dijo...

En primer lugar mucho ánimo a Ricky en estos momentos tan duros.
Soy de los que pensaba que Rubio no triunfaría en la NBA, pero tengo que reconocer que me he comido mis palabras y este Ricky hubiese sido la 'bomba' en la selección... un verdadera lástima para nuestra roja y para su proyección en la NBA como jugador por supuesto.
Ahora el abanico de posibles playmakers suplentes de 'Calde' es amplio (rezar y poner todas la velas que hagan falta para que Calderon llegue sano a los juegos)... Si Llull mantiene el nivel mostrado en el último mes no tengo ninguna duda de que debería ser el segundo base sin discusión.
¿el tercero? muchas combinaciones, desde Sada -pero su temporada no está siendo buena-, Raül López y su indiscutible clase, o Cabezas que no se habla de él pero su temporada está siendo francamente buena.
Un saludo Juanjo!!!

Unknown dijo...

Bueno, creo que no hay que ser tan negativo. Es cierto que es una faena, y una lástima por sus posibilidades como rookie del año, complicado tras Irving, pero cerca y por las posibilidades de Playoff que también se desvanecen. Pero te recuerdo que Jordan se lesionó en el 86 con una fractura y tras también un muy largo tiempo volvió para meter 63 ante los Celtics de Bird.

Así que, nos queda mucho Ricki por delante y seguramente mejor.

Para las olimpiadas no me preocupa, es una pena, veremos menos robos y menos alley oops pero Calderón, Sada y Llull (que creo que serán los elegidos), seguro que serán el mejor complemento para el mejor dúo interior del mundo. LOS GASOL.

Abrazos!

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