En guard



Espada ropera en mano, pañuelo en vez de sombrero, camisa azul sin cuello, tez morena. No gascón, balear. Servidor fiel del rey Juan Carlos. Maneja diestra y siniestra con potencia y habilidad. Se mira al espejo, se mide en duelo consigo mismo. Duda. Vacila por un momento. Sigue caminando. París le espera. Roma ya es pasado.

Ya no hay rey en Francia y van por la quinta república. No hay decreto que prohíba los duelos. Ni siquiera se contemplan. Las damas ya no son damas y de los caballeros, de los caballeros mejor ni hablar.

Camina cabizbajo. Sus ataques han perdido velocidad. Sus rivales ya no le temen. Prefiere mantenerse en guardia esperando recuperar aquel halo de imbatibilidad que le hacía temible. Duda de nuevo. A lo lejos ya se divisa esa masa verde a la que llaman Bosque de Bolonia. Está a tiempo de regresar a su isla. No lo hace.

Le esperan. No en los callejones de la vieja Lutecia en medio de la oscuridad. Tampoco en la arena del anfiteatro delante del César. Los duelos, en el siglo XXI, se disputan sobre arcilla, se ven en todo el mundo y los gana un español empuñando una raqueta lionesa forjada entre el Ródano y el Saona.

Rafael Nadal Parera enarbola todos esos valores que los padres pretenden inculcar a sus hijos antes de tirar la toalla y darse por vencidos. Es perseverante, humilde, agradecido, sufridor, sencillo,... Y humano. Sus dudas tras caer derrotado ante Djokovic en Madrid y Roma le acercaron a nuestra carnal existencia, le hicieron uno de los nuestros. De esa manera consiguió que valorásemos con mayor justicia las jornadas de trabajo que hay detrás del espectáculo televisado.

Con 25 años ha alcanzado los seis Roland Garros de Borg. Lo ha hecho, al igual que el sueco, con un estilo personal, diferente y controvertido, manejando con precisión su derecha (izquierda) liftada y maniatando a sus rivales con esa fortaleza mental labrada desde niño.

Jugó peor que nunca y ganó igual que siempre. Ahora sólo hace falta que Dumas (padre) resucite y deje constancia de la hazaña de este intrépido balear que venció derrotando a su más fiero enemigo. Él mismo. En guard!

UN ABRAZO Y ¡VAMOS RAFA!

1 comentarios:

Explorador dijo...

Genial, muy imaginativo, he recordado esas andanzas de los mosqueteros y el inicio me ha llevado a su magnífica e incomprensiblemente desconocida "20 años después", la novela más crepuscular, melancólica y lúcida que recuerdo haber leído sobre los héroes. Y he escuchado el sonido de los aceros templados entre los árboles :D

Nadal es monstruoso, honores para él. Pero tengo que decir unas palabras sobre Federer. Me irritan sus errores que parecen producto de la displicencia, muca veces. Pero cuando juega sin dudas, me parece de una brillantez asombrosa. Así que vivan los dos, el perdedor y el ganador. Dentro de unos años, lo único que recordaré es que les ví jugar, no quien ganó qué. Vamos Rafa, Come on Roger :)

Y viva Dumas, por supuesto ;) Un abrazo.

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